10.

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Pasó la semana sin cumplir el castigo que le había impuesto su madre. Al principio lo intentó, pero después del tercer día se lo encontró en los pasillos... Y no tuvo opción.

Bueno, eso era una mentira.

No se lo había encontrado.

Lo había acechado como quien caza una presa.

El pobre omega nisiquiera tuvo tiempo a gritar cuando alguien lo metió a una habitación de manera brusca.

Ni los guardias que iban delante de él sabían donde se había metido.

¡Solo se dieron la vuelta y el chico ya no estaba!

_ Oye... Estoy empezando a pensar que realmente tienes una adicción...

_ He estado pensando algunas cosas...

El alfa repasaba su mente.

_ ¿Qué cosas?

_ Hoy me dijeron que no se podía satisfacer a un omega al cien por cien. Y quería probarlo.

_ Solo quieres una excusa para que lo hagamos..._ Dijo riéndose.

No podía engañar a Jimin.

Sin embargo había algo de verdad en sus palabras.

Quería probar que era posible satisfacerlo sin necesidad de tener nisiquiera un alfa.
Así demostraría que esos alfas solo eran demasiado tontos o egocéntricos para no poder hacer algo tan simple!

Con aquello surgía la pregunta de si su lindo omega se dejaría tomar de esa manera.

Hasta ahora lo había hecho, pero no de la forma que quería.

Al menos no en su totalidad.

El consorte lo observó con una sonrisa confusa, pues Jungkook lo examinaba mientras imaginaba cuales serían sus límites.

Una ventana de posibilidades se abría ante él.

No planeaba hacerle algo raro, por supuesto.

Solo qué para su época cualquier cosa que saliera del establecido misionero ya era subir el estándar.

Y muy arriba al parecer.

Conociendo al príncipe el consorte sabía que estaba maquinando algo. Quién sabe, solía tener muchas ideas.

Antes podía jugar con experimentos y maquinitas para calmar su curiosidad, pero ahora quería hacerlo con él.

Eso no era el mejor de los presagios.

_ ¿Me dejarás tocarte?

_ ¿Dónde quieres tocarme?_ Él le dijo jugando.

_ ¿Dónde crees?

Al ver que siguió su juego Jimin sonrió satisfecho.

_ Me gusta dónde va esto~

Entonces el príncipe apuntó algo en un pedazo de hoja que ya tenía preparada en la mesa.

_ ¿Te puedes poner ahí? _ Él le señaló que se sentará encima de esa mesa mientras seguia escribiendo.

Sacó un reloj de sol de su bolsillo y lo puso al lado donde la luz del sol entraba. Esa habitación era muy oscura a pesar de que era día.

Eran contados los lugares donde daba la luz.

Jimin se sentó en la mesa tal como le había dicho. Movía sus piernitas que no llegaban a tocar el suelo en lo que el alfa seguía escribiendo.

El Consorte || Kookmin OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora