En el salvaje entorno de una batalla, una guerra se libraba en los corazones de los presentes. Una guerra que con amargura y dolor quedaba reflejado en los ojos cargados de ira de aquellos inocentes que se veían presas del cruel destino.
¿Qué era pues entonces el esfuerzo?
Jimin se preguntaba ¿De qué servía entonces el orgullo?¿El valor y los principios que una vez le habían enseñado?
Si todo se quedaba tieso e inservible ante las atrocidades de la guerra ¿Era aquello también algo natural?
"No".
La guerra no podría ser natural, podía comprender el ciclo de la naturaleza en su más primitivo entendimiento, pues los animales asesinaban con un fin, bajo un instinto y para continuar con aquel llamado ciclo de la vida.
¿Pero eso?
El olor a muerte en el campo de batalla, aquel lugar dónde al contrario de lo que siempre había escuchado, los más valientes, parados con buen porte en primera fila, luchando para defender una causa y con un fin eran los primeros en perecer ante aquella cruel masacre.
¿Técnicas de batalla?
¿Fin?
No había nada de eso.
Solo una lucha dónde el miedo reinaba en los corazones de los soldados. El miedo a no morir y muy irónicamente el miedo a matar.
Porque, no, la guerra no es algo natural.
Escuchaba el crispar del fuego en el que se había sumido su preciosa ciudad, el montón de cuerpos amontonados cuál paja como comida para caballos, sus padres a los que lloraba, habiendo escuchado el último suspiro que les había sido arrebatados delante de él.
Escuchaba el llanto de demás niños, y los desgarradores gritos de las demás víctimas llamadas botín para seguir sumiendo a la ciudad en el caos infernal que se había convertido ¿Qué era aquello?
Nunca se había sentido algo tan insignificante en el mundo como esa vez.
Estaba desamparado en un mundo donde la guerra y la lucha por los ideales reinaba en los corazones de las personas.Pero aún peor.
En un mundo donde un Omega jamás llegaría a nada, se vería sumido en ser el personaje secundario de un alfa, pues ese había sido su destino. Así había nacido y eso no podía cambiar, sin embargo no podía aceptar algo así tan simplemente.
Sentía en su interior aquella llama encenderse, justo en su corazón.
Era la llama de la venganza.
Observó con rabia aquella bandera, esa bandera que yacía atravesando una pila de cadáveres cual pincho para comer. Aquella bandera que parecía tener el poder de nublar el juicio de los demás con la sed del veneno que representaba la sangre, pues acabaría matando sus corazones.
_ ¿Qué hacemos con los sobrevivientes?_ Escuchó hablar a los soldados.
_ Deja los más mayores, ya se van a morir igualmente. Los jóvenes sirven para esclavos y los niños los podemos vender también_ Mandó aquel alfa como si estuviera hablando de algún material inamovible_ Separa a los omegas...
Así se vio arrastrado y enjaulado como un animal salvaje siendo llevado para conocer a su mejor postor.
Por aquel que pague más por su cabeza.
Era extraño.
Allí encerrado con los demás niños, viendo como la carreta se movía de un lado a otro, podía entender y conectar con esos niños a un nivel casi espiritual, pues sabía que estaban pensando.
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El Consorte || Kookmin Omegaverse
Fiksi PenggemarErase una vez un pequeño alfa, quién muy entusiasmado, conoció a un lindo Omega huérfano de su edad, este, sin saber la identidad del tierno alfa, aceptó su oferta de ir a jugar con él a su casa. Sin saber que su casa era el Palacio real.