#22 RS

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Aclaración: este capítulo es un copy paste de una novela, debido a eso es un poco largo...
Espero no meterme en líos por esto.

Narra Sasuke

Como a Sakura le pegaron un tiro a quemarropa mientras le daban un beso,
confundió el dolor del amor con el de la muerte. Pero salió de dudas cuando despegó los labios y vio la pistola.

-Sentí corriente por todo el cuerpo. Yo pensé que era el beso... -me dijo desfallecida camino al hospital.

-No hablés más, Sakura -Le dije, y ella apretándome la mano me pidió que no la dejara morir.

-No me quiero morir, no quiero.

Aunque yo la animaba con esperanzas, mi expresión no la engañaba. Aún moribunda se veía hermosa, fatalmente divina se desangraba cuando la entraron a cirugía. La velocidad de la camilla, el vaivén de la puerta y la orden estricta de una enfermera me separaron de ella.

-Avísale a mi mamá -alcancé a oír.
Como si yo supiera dónde vivía su madre.

Nadie lo sabía, ni siquiera Naruto, que la conoció tanto y tuvo la suerte de tenerla.

Lo llamé para contarle. Se quedó tan mudo que tuve que repetirle lo que yo mismo no creía, pero de tanto decírselo para sacarlo de su silencio, aterricé y entendí que Sakura se moría.

-Se nos está yendo, Usuratonkashi.

Lo dije como si Sakura fuera de los dos, o acaso alguna vez lo fue, así hubiera sido en un desliz o en el permanente deseo de mis pensamientos.

-Sakura.

No me canso de repetir su nombre mientras amanece, mientras espero a que llegue Naruto, que seguramente no vendrá, mientras espero que alguien salga del quirófano y diga algo. Amanece más lento que nunca, veo apagarse una a una las luces del barrio alto de donde una vez bajó Sakura.

-Mirá bien donde estoy apuntando. Allá arriba sobre la hilera de luces amarillas, un poquito más arriba quedaba mi casa. Allá debe estar Mebuki rezando por mí.

Yo no vi nada, sólo su dedo estirado hacia la parte más alta de la montaña, adornado con un anillo que nunca imaginó que tendría, y su brazo blanquecino y su olor a Cerezo. Sus hombros descubiertos como casi siempre, sus camisetas diminutas y sus senos erguidos como el dedo que señalaba. Ahora se está muriendo después de tanto esquivar la muerte.

-A mí nadie me mata -dijo un día-. Soy mala hierba.

Si nadie sale es porque todavía estará viva. Ya he preguntado varias veces pero no me dan razón, no la registramos, no hubo tiempo.

-La muchacha, la del balazo.

-Aquí casi todos vienen con un balazo- me dijo la informante.

La creíamos a prueba de balas, inmortal a pesar de que siempre vivió rodeada de muertos. Me atacó la certeza de que algún día a todos nos tocaba, pero me consolé con lo que decía Naruto: ella tiene un chaleco antibalas debajo de la piel.

-¿Y debajo de la ropa?

-Tiene carne firme -respondió Naruto al mal chiste-. Y contentate con mirar.

Sakura nos gustó a todos, pero Naruto fue el único que tuvo el valor, porque hay que admitir que no fue sólo cuestión de suerte. Se necesitaba coraje para meterse con Sakura, y así yo lo hubiera sacado, de nada hubiera servido porque llegué tarde.

Naruto fue el que la tuvo de verdad, el que se la disputó con su anterior dueño, el que arriesgó la vida y el único que le ofreció meterla entre los nuestros. «Lo mato a él y después te mato a vos», recordé que la había amenazado Orochimaru. Lo recuerdo porque se lo pregunté a Sakura:

One Shot Multi Saku [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora