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No supo si caminó más rápido de lo usual pero en 15 minutos se encontraba fuera del edificio, aquel que había visto por tres años, al que llegaba con entusiasmo cada tarde a preparar la receta más sencilla que encontraba en internet. Al que Harry también llegaba cada tarde y subía en el ascensor hasta llegar al tercer piso, para después llegar a su hogar, darle un beso y decirle cuánto lo había extrañado.

Ni siquiera dudó en tomar el ascensor y esperar fuera del departamento hasta que abriera, aunque no sabía si él se había quedado ahí, tenía la esperanza de que si, pero la estaba perdiendo cuando tocó el timbre por cuarta vez y nadie abrió. Se quedó esperando cinco minutos que parecieron eternos, sus ojos ya estaban formando lágrimas que se permitió derramar. Miró fijamente la puerta una vez más antes de golpear la madera, y al no recibir respuesta simplemente pegó su frente a esta.

Iba a comenzar a alejarse cuando al fin alguien abrió.

Y se miraron tan profundamente, que ambos contuvieron el aliento ante la fuerza de esta.

Harry no esperaba a Louis, había escuchado los toques en el timbre pero no le dieron ganas de levantarse para abrir la puerta, hasta que escuchó los golpes contra la madera se preocupó por quién podía ser. Encontró a la última persona que habría cruzado por su cabeza.

Continuaron mirándose hasta que fue Louis el que lo abrazó, esta vez no supo que hacer, no sabía si era correcto devolverle el abrazo, supo que si cuando el más bajo lo abrazó más fuerte y enterró el rostro en su cuello, por impulso le devolvió el abrazo con la misma fuerza, cerró los ojos fuertemente mientras sentía la leve respiración de Louis en su cuello, tragó la saliva que había acumulado y el otro lo pudo escuchar.

Apartó el rostro lentamente pero no se alejó completamente, levantó la mano hasta tocar la mejilla izquierda de Harry y la acarició con delicadeza con el dedo pulgar, hizo que abriera los ojos y se encontrara directamente con los suyos.

– ¿Por qué estás...? – no lo dejó continuar porque colocó un dedo sobre su boca, Harry lo veía extrañado, parecía todo como una especie de sueño.

– No hables, no lo arruines – contestó en un susurro mientras cerraba los ojos débilmente.

– Está bien – respondió de la misma manera.

Pronto Louis se alejó y Harry lo contempló, a diferencia del mes pasado, no se sentía ninguna tensión en el ambiente. El más alto lo dejó entrar y cerró la puerta detrás de sí.

– Y... ¿cómo has estado este mes? – inquirió el ojiazul para evitar el silencio incómodo que se comenzaba a formar.

– Bien, todo bien. Regresé a mi trabajo y fue mejor de lo que esperaba en realidad – dijo con una media sonrisa en la cara, obviamente exceptuó las partes en donde no había podido dormir lo suficiente y que no se estaba alimentando como debería, pero claro que Louis lo notó, él siempre sabía cuando no se estaba cuidando.

– Me alegra.

Y fue lo único que pronunció durante un rato.

– ¿Por qué no has decorado todo de nuevo?

Se encogió de hombros no sabiendo realmente que contestar. No sabía por qué se encontraba ahí y sentía curiosidad, pero Louis le había dicho que no hablara, así que dejaría que él se lo dijera, o al menos hablaran respecto a su relación.

Pero nada de eso pasó, en su lugar, Louis le dijo que haría té y se lo llevaría a la habitación, eso le dio oportunidad a Harry de ordenarla un poco y recoger algunas prendas que estaban esparcidas por el suelo. Pasados unos minutos, el más bajo llamó a la puerta y el otro se apresuró a abrir y ayudarle con las tazas de té.

Él se sentó a la orilla de la cama, mientras que Louis se sentó en el puff amarillo que aun conservaba intacto en la esquina de aquel lugar que habían compartido. Ninguno de los dos dijo nada por un buen rato, simplemente bebían en silencio sin esperar a que uno de los dos interrumpiera.

Tan pronto como se terminó el líquido, el ojiazul abandonó la habitación para lavar la taza en el fregadero de la cocina, y el miedo a que se fuera estaba invadiendo a Harry mientras escuchaba atento a los ruidos provenientes del otro lugar del departamento.

Finalmente Louis regresó, se quedó mirándolo desde el marco de la puerta y habló nuevamente.

– No has dormido – afirmó.

– No realmente – dijo al mismo tiempo que se centraba en la taza vacía que sostenía entre sus manos.

Vio por el rabillo del ojo como se acercaba a él, llegando a estar enfrente, lo único que podía ver eran los tenis que llevaba puestos, probablemente era un par nuevo porque jamás lo había visto usándolos.

Sintió su toque en el rostro, pues lo tomó con ambas manos. Lo atrajo a su pecho como si de un niño pequeño se tratara, y pudo sentir una de sus lágrimas caer en su mejilla derecha.

Imagine [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora