DIA TREINTA

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Honey

10: 58 A. M.

Mi cara estaba roja por la vergüenza, fácilmente podría ser confundido con un tomate, todos los del salón tenían una gran sonrisa incluso el profesor de Matemáticas, y de repente empezaron a aplaudir y a felicitarme, diciendo lo valiente que era, lo increíblemente romántico y otras cosas más. Se deberán de preguntar: ¿Qué paso?

Bueno, lo que sucede es que mis compañeros de salón se habían enterado de mi enamoramiento por Atenea, al parecer cuando sacaba unos cuadernos se me cayó mi libreta de notas, ahí andaba una nota para Atenea (la que le dejaría en el casillero) y uno de ellos la encontró y la leyó. Así se esparció el chisme en todo el salón, mis amigos se reían de lo torpe que era, mi melliza negaba divertida con la cabeza, el profesor decía que era muy valiente por confesar mi amor en notas ya que en persona seria distinto ya que Atenea solía intimidar mucho.

—Bueno, era más que evidente que estabas enamorado de ella —comentó el profesor viéndome con diversión—. No había que ser muy observador para darse cuenta en la forma que la miras.

—Eso es cierto. Hasta un ciego se daría cuenta —comentó uno de mis compañeros de salón—. Ella no se da cuenta de cómo la miras porque ni siquiera sabe que existes y si lo supiera tu fama de mujeriego te defraudaría.

Eso era cruel pero muy cierto, ella ni siquiera sabe que existo, además refleja un disgusto hacia la presencia de mi grupo, pero en verdad la quería, aunque a veces era muy temperamental y una de sus miradas lograba congelarte hasta el alma (de solo recordar su intimidante mirada me daba escalofríos) solía ser muy gruñona o eso comentaban los de su salón el año pasado, pero este año estaba socializando con todos, aunque a veces su temperamento no fuera el mejor.

—Lastimosamente es la cruda realidad para ti, chico —el profesor negó y siguió hablando—. Pero al enterarnos de tu "secreto" podemos hacer algo por ti y ayudarte en lo que sea que estés haciendo para enamorarla.

—Sabes que cuentas con nosotros, pero hay un gran problema —esta vez opinó una chica—: ¿eres consiente que tienes mucha competencia y no hablo solo de aquí en el colegio?

—Tienes competencia en el colegio, en sus prácticas de baile, en las calles —prosiguió el profesor—, prácticamente tienes competencia en cualquier lugar que ella pise.

—El chico guapo que siempre esta con ella podría ser tu más grande problema —volvió a opinar la chica—. Ellos dos siempre están juntos, incluso ellos dos pueden tener algo en secreto.

La angustia crecía en mi pecho al tener esa probabilidad en mi mente, siempre sentí envidia de ese chico rubio, él siempre estaba con ella, siempre la hacía sonreír y eran compañeros de travesuras (hace mucho los hubieran expulsado pero sus calificaciones eran de las mejores) pero no fue hasta este año que acepte mi enamoramiento por ella y me di cuenta de algo: ellos dos encajaban perfectamente. Parecían pareja con los papeles invertidos, ella parecía el hombre de la relación y el la mujer, ella era muy temperamental, él era muy pacifico, él era muy alegre y simpático, ella era más reservada.

—Podrían dejar de hablar de competencias y esas cosas —comentó el chico que había opinado antes—. Ella no es un trofeo, pueden decir que hay muchos chicos interesados pero no les digan competencia, eso se oye muy ridículo —terminó de decir con una mueca de desagrado.

—Mira chico, pon atención a lo que diré —el profesor me miró fijamente con un rostro serio—. Atenea será trasladada por una semana a esta clase, los motivos son por que los conocimientos de ella son muy avanzados y queremos ver cómo reacciona a estas clases.

Hola Mi DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora