EPÍLOGO

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Omnisciente

Desde aquel día todo era más raro, de la nada Atenea desapareció otra vez pero ahora hubo algo distinto, no desapareció ella sola, también lo hizo Jayden y Derek, todo era raro.

Scarlett estaba más que furiosa, quería ver a Atenea y golpearla por haberle hecho aquello a su hermano menor, Isabella no hallaba explicación alguna para lo que había hecho Atenea.

Pero en realidad, ¿había alguna explicación?

— ¿Es enserio? —Pregunto Scarlett a Gabriel—. ¡Reacciona, maldición! ¡Deja de lamentarte por esa estúpida!

Gabriel no estaba bien, unas bolsas negras debajo de sus ojos dejaban expuestas sus noches en vela, había perdido un poco de peso, pasaba deprimido casi todo el día, no importaba cuantos intentos hicieran sus amigos, padres y hermanas por subirle el ánimo.

—Deja de gritarle a Gabriel, Scarlett —regaño Isabella.

—Me desespera que este llorando por ella otra vez cuando esa estúpida está feliz follandose a otro.

Gabriel sollozo.

— ¡Cállate! —ordeno Isabella.

—Pueden dejar de hablar de esa chica —ordeno la madre entrando a la sala de estar.

— ¡Nadie me quiso hacer caso!

— ¡Tú eres una maldita ardida! —Grito Isabella—. ¡Le debes de haber hecho algo a Atenea!

— ¡¿Me crees capaz de hacerle algo?! ¡¿Por qué carajos no aceptas que simplemente jugo con Gabriel?!

— ¡Por qué Atenea no es así!

— ¡¿Y tú que mierda vas a saber de ella?! ¡Ni siquiera eres su amiga!

Isabella no respondió, Scarlett tenía razón, ella no era amiga de Atenea pero, ¿Atenea era capaz de hacer aquello sin ninguna explicación?

—Dejen de hablar de ella, váyanse a sus cuartos, ¡ahora! —volvió a ordenar la madre.

Los tres subieron a sus respectivos cuartos, pero a Isabella la mataba la curiosidad así que hizo lo que cualquier demente hubiera hecho: llamar a Atenea a las once de la noche en busca de explicaciones.

Marco el número y el celular sonó tres veces.

— ¿Qué quieres? —se oyó la voz de Atenea, estaba algo ronca.

—Atenea —susurro Isabella cohibida por el tono de voz.

—Habla rápido, te conteste para responder tu estúpida pregunta y además darte el recado para decirle a tu estúpido hermano que deje de marcar a mi número y tu estúpida hermana que no amenace a Jayden o Derek, si ella sigue yo misma iré y la matare, no estoy bromeando Isabella.

Isabella trago en seco al escuchar todo.

— ¿Por qué? —pregunto con duda.

— ¿Por qué, que?

— ¿Por qué le hiciste eso a Gabriel? —no recibió respuesta así que añadió—. Pensé que lo querías también, me pediste ayuda aquel día para poder venir a casa, hiciste muchas cosas Atenea, no entiendo porque de repente decides dejar todo lo bonito que estaban construyendo y yo no me creo que te aburriste de mi hermano así de la nada.

Una carcajada burlona fue lo que Isabella recibió.

— ¿Creíste que yo lo amaría? ¡Por favor, Isabella! —Otra carcajada resonó en el celular—. Me aburrí, es la única explicación que hay, no le des tanta importancia al asunto.

Hola Mi DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora