Capítulo 35

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_______ secó su cabello con la toalla y luego se miró al espejo, asegurándose de que había logrado quitarse toda la pintura del rostro. No era de extrañar que los chicos no quisieran su ayuda. Terminaba con más en ella que en las paredes. Tomó su tiempo para vestirse, sabiendo que nadie más querría usar la ducha. Estaba bastante segura que era la única que se aprovechaba de la ducha de la oficina y el vestidor. Los chicos solo esperaban hasta llegar a casa para ducharse. No podía soportar la pintura seca en ella. En los días que ayudaba con la pintura, siempre se duchaba antes de salir de la oficina. Se alegraba que uno de los equipos hubiese estado falto de personal esta tarde. Eso le había dado la oportunidad de escapar y hacer algo más que sentarse en su escritorio y preguntarse cómo había ido el almuerzo de Billie.

Melisa.

—¿Qué ve Billie en ella? —preguntó en voz alta.

Bueno, veamos...es rica, es famosa, es exitosa. Es atractiva. Y es una perra arrogante, añadió ella. Sonrió ante su reflejo en el espejo ¿Realmente había llamado a Melisa perra?

—Sí, lo hice. —Sacudió su cabeza, odiando los celos que sentía.

Billie podía salir con quien quisiera. Y _______ también podía hacer lo mismo.

Sólo que no quería. Ella quería... sólo quería estar con Billie.

¿Cómo sucedió esto?

Se quedó mirando su reflejo una vez más, encontrándose con la mirada ante ella. Sí, ¿cómo sucedió que sus habituales chicas universitarias no le interesaran más? Sólo había una respuesta: Billie.

Bueno, no le haría ningún bien esconderse aquí en la oficina. Bien podría llamar a Samary y ver si quería ir a cenar. Pero sabía a lo que eso llevaría. No, mejor compraría la cena y la llevaría a casa. Agarró su celular y se dirigió a la salida, pensando en llamar con antelación y pedir algo de comida mexicana.

Se sorprendió al ver una llamada perdida de Billie. Vio la hora. Después del almuerzo.

Renata debió haberle mencionado que había estado allí. O tal vez Melisa lo hizo. Presionó el número devolviendo la llamada, diciéndose a sí misma una vez más, que no era de su incumbencia con quien salía a almorzar Billie.

No tenía lazos con ella. Sólo estaban tanteando eso de las citas, nada más.

—_______. —Tenía miedo de que no me devolvieras la llamada.

—Lo siento. Acabo de ver tu llamada ¿Qué pasa? —preguntó ella esperando sonar un poco más indiferente de lo que se sentía.

—¿Puedes... venir?

Las cejas de _______ se dispararon. Eso, no lo esperaba.

—Umm, supongo ¿Todo está bien?

—No. Nada está bien. —Billie hizo una pausa. —Quiero que vengas. Necesito...quiero romper tu regla de no cuchi-cuchi. Si tú quieres, por supuesto.

_______ rio en voz baja.

—Quieres decir... ¿en este momento?

—Sí...Ahora mismo.

Maldita sea.

_______ sintió que se le aceleraba el pulso solo de pensar estar con Billie nuevamente. No sabía si era una buena idea o no ¿No deberían al menos hablar de Melisa? ¿Debería decirle cómo se había sentido hoy al verla?

Oh, demonios, podrían hablar más tarde.

—Ya voy para allá.

Salió corriendo de la oficina y se metió en su Jeep, alejándose antes de haberse puesto su cinturón de seguridad. Trató de obedecer las leyes de tránsito, realmente lo hizo. Lo último que quería era ser detenida por exceso de velocidad. Eso sólo retrasaría ver a Billie... Billie y a cuchi-cuchi.

Midnight Moon (Billie Eilish y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora