Capítulo 24

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¡Feliz Día del Trabajador! Y buen domingo.

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Josephine lo miró sorprendida.

-¿De verdad va a comprar la casa?

-Sí.

-Entonces, por favor, no ordene el jardín – pidió ella mirando hacia adelante. Leonard se incorporó y quedó sentado a su lado.

-Lo prometo, sólo ordenaré un poco la parte del camino de entrada, me temo que es necesario, y allá- dijo señalando cerca de las ventanas- Quiero poner una mesa y sillas justo debajo de ese árbol para desayunar, merendar, almorzar y cenar los días de verano. Pero no voy a ordenar nada más, de hecho creo que tiraré el cerco y dejaré que el jardín siga creciendo a su gusto hasta llegar al bosque. También agregaré más flores, ¿no le parece? Que haya colores diferentes en cada estación.

-Suena bien- respondió ella tratando de no sonar demasiado entusiasmada, pero casi podía ver lo que él describía- ¿No teme que entren animales salvajes?

-Dudo que haya animales salvajes en Dorsetshire, puede que algún zorro u otro erizo, en ese caso lo adoptaré para que Excalibur tenga compañía. Pero me gusta este lugar tal como es, y que todos los elfos del bosque me salven de tener un jardín ordenado y competir con las señoras de Dorset por las peonías o las mejores rosas.Creo que ni Crimea me preparó para esa clase de batallas- finalizó y Josephine no pudo evitar reír.

-Es una sabia decisión , es mejor mantenerse al margen de la guerra de jardines de las señoras de Dorsetshire- comentó

-Lo sé. Además tendría que competir por los rosales hasta con mi propia madre- agregó él.

-Entonces es mucho mejor que no se inmiscuya en esa batalla y elija un jardín un poco más salvaje.

-¿Le gusta la poesía? – preguntó él de repente y Josephine notó que había encontrado entre la hierba los libros que había llevado.

-Sí- respondió escuetamente mientras él hojeaba el libro de William Wordsworth .De pronto Leonard sonrió como si acabara de encontrar lo que buscaba y empezó a recitar uno de los poemas en voz alta.

-"Iba solitario como una nube..."

Iba solitario como una nube
que flota sobre valles y colinas,
cuando de pronto vi una muchedumbre
de dorados narcisos: se extendían
junto al lago, a la sombra de los árboles,
en danza con la brisa de la tarde.

Reunidos como estrellas que brillaran
en el cielo lechoso del verano,
Poblaban una orilla junto al agua
dibujando un sendero ilimitado.
Miles se me ofrecían a la vista,
moviendo sus cabezas danzarinas.

El agua se ondeaba, pero ellas
mostraban una más viva alegría.
¿Cómo, si no feliz, será un poeta
en tan clara y gozosa compañía?
Mis ojos se embebían, ignorando
que aquel prodigio suponía un bálsamo.

Porque a menudo, tendido en mi cama,
pensativo o con ánimo cansado,
los veo en el ojo interior del alma
que es la gloria del hombre solitario.
y mi pecho recobra su hondo ritmo
y baila una vez más con los narcisos.

Josephine no pudo evitar sentirse conmovida al escucharlo leer en voz alta un poema que le gustaba mucho, además coincidía con aquel instante en que estaban rodeados de narcisos y porque de alguna forma, esperaba que fuera cierto que el alma de él estuviese encontrando un bálsamo.

-También me gustan los Williams – le comentó haciendo referencia a que el otro libro que ella había llevado era de William Shakespeare- Creo que los libros no son solo para leer sino que nos hablan. Uno siempre encuentra en ellos palabras que están dirigidas para uno y para ese momento. ¿No le parece?

-Es verdad, aunque es imposible no encontrar un poema que se relacione con estar en la naturaleza. Es uno de los tópicos preferidos de los poetas.

-Ahhhh, pero había narcisos también. No subestime la magia del señor Wordsworth- discutió él y siguió mirando el libro.

-¿No le importa el interior de la casa? - preguntó ella para desviarlo del tema. Era tan tentador dejarse llevar y hablar con él sobre los poemas que amaba, los libros o los jardines que había soñado.

-No mucho, supongo que puede arreglarse, y si no dormiré aquí en el jardín.

-¿Y en invierno?

-¿Llegan los inviernos a jardines como estos?- preguntó él y Josephine le quitó el libro de las manos.

-Señor Knigth necesita menos poemas y más realismo si va a comprar una casa.

- Habíamos empezado a llamarnos por nuestros nombres, ¿recuerda? Y no, ya hay demasiado realismo, y de verdad siento que me va a gustar la casa, aún en el interior. Nunca tuve oportunidad de visitar a los Cuthbert que yo recuerde, ¿usted? ¿Conoce la casa por dentro, Josephine?

-Sí, estuve de visita con mi madre en un par de oportunidades.

-¿Y? ¿Debo preocuparme? Quiero detalles.

-No creo que deba preocuparse, es una linda casa en el interior.

-Detalles , Josephine. Por favor.

-No es una casa gigante pero es lo suficiente para una familia pequeña. Está muy bien iluminada, y eso es importante, tiene ventanas para ver amaneceres y atardeceres, así que cubre las necesidades básicas. Tiene espacios amplios, aún cuando estaba amueblada. Y aunque no la vi personalmente, tiene una buhardilla. Supongo que lo demás funciona todo bien, pues los Cuthbert eran muy cuidadosos, así que supongo que la cocina y baños estarán en buen estado, y que los techos no gotearán.

-Suena bien. Mi padre dice que James Thompson está a cargo de la venta, así que mañana iré a verlo.

-¿Entonces hoy solo vino a ver el jardín?

- Hablaba con mi padre sobre la posibilidad de comprar una propiedad y me habló de este lugar, así que fue mi excusa perfecta para escapar.

-¿Se escapó? ¿De qué?

-De quiénes es la pregunta correcta. Las amigas de mi madre y sus hijas casaderas, fui tan estoico como pude, pero debí huir ¿Y usted de qué escapó? –preguntó sorprendiéndola.

-¿Por qué cree que escapé?

-Se refugió en un jardín de una casa abandonada a la que tuvo que colarse por un cerco en mal estado. Aunque el lugar es maravilloso, ceo que buscó más bien el refugio que podía darle.

-Las amigas de mi hermana con sus planes de boda. Y sus madres. Y los comentarios molestos. Y mi anhelo de dejar de lado mi educación para pedirles que no se inmiscuyan en mi vida.

-Me alegra que haya escapado tanto como me alegra haberme escapado yo. Sin dudas prefiero esta conversación, y los narcisos.

-Sí, al menos ellos no tienen tantos prejuicios – comentó Josephine.

-Tal vez porque están demasiado centrados en ellos mismos- dijo él a modo de broma, haciendo referencia al Narciso de la mitología, y ella lo miró frunciendo el ceño –Lo siento, no tuvo mucha gracia – se disculpó.

-Hay cosas peores, como la reunión que hay en mi casa en este momento.Puedo sobrevivir a una mala broma.

-Si compro esta casa, prometo que mi jardín estará a su disposición si necesita escapar, o añora la indiferencia de los narcisos .Claro que hay un módico precio.

-¿Piensa cobrarme?

-En realidad , el precio es que espero podamos ser amigos.

-¿Amigos?

-¿Es inconveniente?- preguntó Leonard y Josephine pensó que más que inconveniente era peligroso. Pero ese día había mentido para escaparse y se había colado en una propiedad ajena.Y ese día había ido al único lugar en que pensó que Leonard no podría encontrarla, pero allí estaba. Así que ya fuera peligro o lo inexorable, iba a ceder voluntariamente.

-El jardín lo vale, seremos amigos- respondió ella.

Las cartas  - Saga Dorsetshire 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora