Capítulo 33

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Kara no volvió a estar ausente como lo esperaba, ni tampoco se sumergió en el trabajo como la vez anterior. Seguía triste, sí. Tampoco podía hacer como si aquellas palabras no la hubieran herido, pero algo dentro de ello le había dado algún tipo de tranquilidad... según sus palabras.

La misma noche del incidente de la bomba fui a su departamento para ver cómo se encontraba. Al principio se mostró reacia y no quiso dejarme pasar, pero una pequeña amenaza (parecida más a una broma) sobre forzar su cerradura bastó para convencerla.

Para mí sorpresa, cuando me abrió, me di cuenta que no estaba llorando. Ni siquiera tenía los ojos enrojecidos, aunque si ligeramente hinchados. Parecía más bien cansada.

—Vine a ver cómo estabas.

Suspiró.

—Estoy bien —la miré con cierto recelo mientras la veía caminar hacia el sofá—. Realmente lo estoy.

Se dejó caer en él con desgano. Fue mi turno de suspirar.

—Bueno, comparándolo con días pasados luces mucho mejor de lo que esperaba —me dio una media sonrisa como respuesta. Me senté a su lado.

—Eh estado pensando en lo que me dijo.

—No lo dijo en serio —no estaba segura de lo que decía, pero quería consolarla.

—Si, lo hizo —le di una mirada a la que Kara contestó con tranquilidad—. Está bien, ya lo acepté.

No esperaba esa declaración.

—No quiere decir que no me duela. Me duele. Mucho. Pero, una parte de mi está... —guardo silencio un par de segundos buscando la palabra correcta—, ...tranquila.

No comprendí del todo lo que trataba de decir así que solo la dejé continuar.

—Antes solía pasarme todo el tiempo imaginado todos los escenarios posibles. Buenos y malos. Sobre todo, malos —admitió con tristeza—. Le hablé mal antes y no debí hacerlo, pero...

—Estabas enojada.

—No. Estaba frustrada. Cansada de no poder pensar en otra cosa, así que cuando apenas tuve la oportunidad me desquité —dijo con la cabeza baja y un poco de vergüenza—. Se que hice mal, pero al menos ahora sé lo que realmente piensa de mí. Conozco mi lugar.

Por un segundo vi como sus ojos de humedecían pero parpadeó ahuyentándolo.

No sabía que decirle para hacerla sentir mejor. Me había dejado completamente sin palabras, así que hice lo único que podía hacer: demostrarle que estaba ahí para ella.

—¿Quieres un abrazo?

Me sonrió, aún triste pero sincera.

—Siempre voy a querer un abrazo tuyo.

[...]

¡Hola!
No estoy muerta ni he desaparecido (bueno, sí). Solo tengo un gran bloqueó, pero me he propuesto terminar este FF antes de que termine el año.

Nos leemos

Espectadora de lo EvidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora