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—Ya llegué. — Mateo habló tímidamente en voz baja, una vez que las clases finalizaron y se fuera casi corriendo hacia su hogar.

Porque tenía una salida muy importante con Valentín y los demás, quienes le habían rogado para que no se quedara.

—¿Acaso eso me debería importar una mierda? — Juliana contestó fríamente, mientras hacía acto de presencia enfrente del menor, quien solo pudo bajar la cabeza al verla.

—No, yo sé que no te importa porque soy un bastardo. — Mateo susurró, sosteniendo con fuerza los tirantes de su mochila sin mirar hacia el frente. —Un maldito bastardo que no vale nada. — agregó, siendo lo que la contraria le obligaba a decir cada vez que regresaba de estudiar. —¿Me puedo ir? — consultó temeroso. —Es que quería salir un rato con Valentín y...

—Vos no vas a salir, tenes demasiadas cosas que hacer aquí. — la morocha le interrumpió. —Hay que hacer limpieza y lavar la loza. — argumentó.

—Pero... yo quería salir con ellos, en verdad. — el menor susurró un tanto miedoso. —Por favor, déjame salir con ellos y cuando regrese hago toda la limpieza que querrás. — propuso desesperado, no queriendo quedar mal antes sus amigos al dejarlos plantados.

—¿A qué horas vas a salir? — ella inquirió con curiosidad.

—Más o menos dentro de una hora. — Palacios respondió, queriendo aprovechar ese tiempo para descansar un poco y hacer las tareas que le habían dejado para mañana.

—Entonces tenés una hora para hacer todo, porque si no lo haces ni en pedo vas a salir de esta casa. — Corazzina sentenció siendo su última palabra con respecto al asunto, retirándose después a dónde se encontraba antes de que Mateo llegará a casa.

El morocho suspiró desesperado y casando con unas intensas ganas de llorar por lo que pasaba, habiendo tenido un día decente gracias a Manuel, quien se le había pegado como una garrapata. Tanto que en ningún momento le dejo hacer preguntas muy personales al morocho, que este respondía muy dócilmente, como si esperara llevarse bien con el castaño al hacer todo lo que le decía.

Pero ahora tenía que enfocarse en terminar todo de inmediato para después hacer lo suyo, así que sin vacilar se fue a su habitación, se cambió de ropa y dejó su mochila sobre la cama. Para después bajar y lavar toda la loza sucia que había, la cual Juliana no se había dignado a tocar en todo el día, porque según era trabajo de Mateo, cuando ella fácilmente podría hacerlo, pero por mero capricho no se dignaba a tocar ni el agua, ni el jabón, dejándole todo al pobre rizado.

A quien no le quedaba de más que obedecer a su madre, a la cual por instantes odiaba y despreciaba demasiado, hasta el punto de querer arrojarle algo a la cabeza, para ver si así se moría de una buena vez. Aunque fuera un cobarde, más que un ratoncito en nochebuena, no siendo capaz de lastimar a nadie más, solo así mismo porque sentía que se lo merecía.

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Después de que Mateo lavara toda la loza sucia, barriera, trapeara y sacudiera toda la casa como un lunático, pudo irse a su habitación, estando demasiado cansado y exhausto, pero contento al ver que podría ir con los demás sin ningún problema de por medio. Aunque aún le faltaba hacer la tarea, pero solo le quedaban como cinco minutos aproximadamente para que se fuera al parque de siempre, así que prefirió irse para después hacer sus deberes en la noche, más específicamente cuando la cena terminara y el se fuera a encerrar a su pieza.

|| 𝙾𝚔𝚞𝚙𝚊 : 𝐓𝐫𝐮𝐞𝐰𝐨𝐬 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora