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La vida de Mateo siempre estuvo llena de decepciones y tropiezos.

La vida de Mateo siempre estuvo marcada por la fatalidad y el dolor.

Cómo si algo... Como si fuera una fuerza en todo este universo, quisiera que él sufriera de las peores calamidades posibles.

Solo habiendo venido al mundo a sufrir más que cualquier persona, aparentemente.

Pero por suerte no estaba solo, o bueno, eso era lo que pensaban los amigos de Palacios, quienes se habían encargado de cuidarlo como a un bebé.

Siempre estando atentos a todo lo que el morocho hacía, y si llegaba a quejarse por cualquier cosa que lo hacía sentir mal o amenazado.

Aunque sin importar que tan buenos fueran con él, Mateo ya no se sentía vivo, ni mucho menos querido. Debido a que ya se encontraba muerto por dentro, solo en espera a que algo más viniera a joderlo, para por fin irse al otro mundo.

En busca de un lugar donde pudiera sentirse cómodo por cómo era en realidad, sin nadie que quisiera hacerle daño las veinticinco horas del día, los siete días de la semana y los trescientos sesenta y cinco días del año.

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—¡Eu! ¡Mateo! ¡Ya volvimos! — Valentín anuncia, habiendo llegado a casa, después de un largo y cansado día, junto con la compañía de Daniel, su "pareja". —¡Mateo! ¡Ya volvimos! — anuncia de nuevo.

—¿Acaso estará dormido? — Ribba consulta, al ver que el menor no aparecía, ni mucho menos respondía. Pero mientras lo hacía, fue a la cocina a dejar unas cuantas cosas que había comprado con el ojiazul. —Es que no responde. — comenta, regresando nuevamente a dónde estaba el contrario.

—Posiblemente, aunque a veces prefiere no responder. — Valentín responde, empezando a subir las escaleras. En dirección de la habitación que le había asignado a Palacios, para que pudiera tener su propio espacio personal en la casa. —Eu, ¿Cómo estás? — pregunta suavemente, abriendo la puerta de la habitación de los morochos. En busca de encontrar a aquel en la cama, cubierto por varias sábanas para mantenerse calientito.

Pero no sé espero encontrar la pieza vacía, algo que lo asustó y preocupo demasiado, por lo que empezó a buscar y llamar de manera desesperada al rizado por toda la casa.

—Eu, Mateo, ¿Dónde estás? — Oliva inquiere, mientras buscaba por todas la habitación y lugares posibles en los cuales aquel debería de estar escondido. —¡Daniel! ¡No encuentro a Mateo! — declara, necesitando la ayuda del otro, regresando a la misma vez a la pieza de Palacios, solo en busca de encontrar algo que pudiera servirle de pista.

—¿Y no está en alguna otra habitación de la casa? — Ribba consulta, subiendo rápidamente las escaleras para ayudar al otro con su búsqueda.

—Si, ya busque y no lo encuentro. — el rubio comenta, dando media vuelta en dónde se encontraba, para darse cuenta de que había una pequeña nota sobre la cama de Mateo. —¡Encontré una nota! — señala, tomando aquel pedazo de papel para después empezar a leerlo con deteniendo.

|| 𝙾𝚔𝚞𝚙𝚊 : 𝐓𝐫𝐮𝐞𝐰𝐨𝐬 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora