8.- Ordinary People

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Bajé las escaleras mientras me limpiaba las manos. La sangre de Stefan se había secado y no había tenido tiempo de pasar a lavarme las manos. Y entrar al Grill con las manos así no sería buena idea.

Guardé el paño en el bolso de mi camara y saqué mi linterna para adentrarme más a los calabozos de los Lockwood, al parecer Damon había tenido su visita fantasmal por parte de Mason Lockwood, el tío de Tyler que Damon había matado. Pero por alguna razón él no quería venganza, él quería ayudarnos.

—Así que los Lockwood escondían sus secretos bajo tierra—dije al ver a mi padre y Elena en la entrada de un tunel.

—¿Dónde estabas?—mi padre me apuntó con la linterna y yo cubrí mis ojos con mis manos. Mala idea—¿Qué es eso?

Se acercó a tomar mi mano dónde aún tenía pequeñas manchas de sangre seca. Me miró preocupado.

—Es de Stefan, fuí a verlo en la mañana.

—-¿Cómo está?—Elena preguntó y yo me encogí de hombros.

—Es un sol radiante, sus palabras sobre cómo me mataría fueron refrescantes.

Ella me miró entre molesta e incómoda. Miró a mi padre y luego a mi. Lo que sea que fuera a decir quedó callado por un susurro que llegó tras de nosotras, Elena gritó y yo rodé los ojos.

—Hola, Damon—me giré para ver al vampiro que nos sonreía.

—¡Damon!—Elena gruñó.

—Ignorenlo—mi padre nos dijo—es lo que yo hago.

—¿De verdad no puedes entrar?—Elena le preguntó al vampiro.

—No, los Lockwood ancestrales son antivampiros.

—¿Cómo que ancestrales?—pregunté.

—Mira por tí misma—Damon nos guió por el túnel, hasta la entrada de una cueva—. Hasta aquí llego yo.

Mi padre y Elena entraron, yo tuve que pasar la mano lentamente a la espera de una pared que no me lo permitiera. Era algo que me había visto en la necesidad de hacer cada que un vampiro no podía entrar a algún lugar—exceptuando las casas— generalmente si ellos no entraban, en ocasiones yo tampoco podía. Para mí suerte, está vez sí podía.

—Al parecer los Lockwood no tienen nada en contra de los parias—dije mirando a Damon con superioridad antes de entrar a la cueva.

—¿Qué es todo esto?—Elena preguntó alumbrando una pared ilustrada con representaciones antiguas.

—Según alcanzo a ver, es una historia. En términos arqueológicos simples, es una historia muy, muy antigua—mi padre le dijo mientras yo me acercaba a los dibujos.

—Aquí está el ciclo de la luna—les dije mirando el dibujo en la pared y junto a este había otro par—un hombre y un lobo.

—Un licántropo—Elena dijo.

—Los diarios de los Lockwood versión Pictionary—Damon se burló desde la entrada.

—No entiendo—Elena miró a mi padre—. Creí que los Lockwood llegaron con los fundadores en 1860.

—Tal vez los Lockwood sí, pero los licántropos llegaron años antes—le respondió alumbrando la pared.

—¿Qué tanto?

—Mucho—Damon dijo mirando a mi padre—. Enséñales.

Mi papá se acercó a una pared más al fondo dónde había un par de nombres tallados con runas.

—Son nombres—dije pasando los dedos con delicadeza sobre la superficie rocosa.

—Y no son nativos—mi padre aclaró para Elena—, son runas. Son letras vikingas.

SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora