6.-Smells Like Teen Spirit

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Jamás imaginé que dormir en una cama sería lo más placentero en mi vida desde hace meses, fue tan cómodo y revitalizante tener un par de mantas y almohadas que me dieran calor, mi sueño fue tan pesado que mis tormentos no pudieron aparecer, por esa razón arrojé el despertados cuando este sonó.

Resoplé con fuerza y me puse de pie para colocarme mi ropa deportiva antes de bajar a la cocina por un poco de café para poder soportar el deseo de alcohol. Los pasos resonaron desde las escaleras y mi padre bajó junto con Elena, ambos con sus conjuntos deportivos. 

Luego del emotivo reencuentro con mi padre, le habíamos contado todo lo que pasó esa noche, ignorando ligeramente el hecho que había asesinado a un estudiante a petición de Klaus. Elena creyó que sería buena idea dejar de esperar a ser salvada y comenzar a aprender a defenderse por su propia cuenta, lo cual apoyaba completamente, eso nos llevo a una parte del bosque donde podríamos entrenar sin preocuparnos a que alguien nos viera. 

—¿Estás segura de querer estar aquí?—mi padre me preguntó con cuidado—Podrías volver al auto a dormir.

—Ya pasé mucho tiempo durmiendo en un auto—contesté con una mueca—. Estoy bien papá, ahora que volví debo prepararme para cuando Klaus regrese.

Sus hombros se tensaron. Sabía que no le gustaba la idea de mi estadía momentánea, incluso había prometido que nada volvería a separarme de su lado y yo no tenía planes de ir a ningún lado, debía aprovechar la ausencia de Klaus para estar un paso delante de él.

Pero en ese momento, realmente no tenía mucha prisa. Me senté en el suelo mirando a mi padre golpear el pecho de un maniquí y las estacas de su brazalete se clavaron en el lugar.

—La presión de tu golpe, libera tu estaca.

—Se ve fácil—comentó Elena posicionándose frente al maniquí mientras yo ajustaba mi propio brazalete. Dió unos pequeños brinquitos antes de golpear con todas sus fuerzas sin causar ningún daño—. Ay que raro.

—Intenta mantener tu puño firme—le aconsejé poniéndome de pie para acercarme.

Resopló e hizo lo que le indiqué, pero nada pasó. Golpeó sus brazalete.

—Como que se atoró ¿No?

—Te falta fuerza—contesté y golpee el maniquí, clavando las estacas de forma limpia.

Me sentí orgullosa al confirmar que aun mantenía mi condición física.

—Puedes levantar pesas—le sugirió mi padre y tomó algo de su saco—, comer proteínas.

—Gracias por ser directos.

—¿Sabes que es esto?—le mostró el objeto.

—Es una granada de verbena, ya las conozco.

—¿Sabes que el elemento sorpresa es tu única ventaja cuando peleas con vampiros?—le quitó el seguro a la granada y se lo aventó—Sorpresa.

—Ay dios—afortunadamente arrojó la granada a tiempo de que esta explotara. Elena se giró con molestia a mi padre y se arrancó el brazalete—Esto no es una broma Ric.

—¿Crees que esto es una broma?—gruñó—Los vampiros toman todo lo que quieren, hieren a los que quieren y lo hacen sin ningún remordimiento, es su naturaleza.

—Ahórrate los pronombres—pidió—, dilo, Stefan.

Fruncí el ceño.

—Eres ingenua si crees que Stefan es tu único problema o el mayor de ellos—rodé los ojos—. No aprendas a defenderte solo porque él ha apagado su humanidad, aprende porque no siempre lo haremos por ti.

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