14. Primer Beso

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Era viernes por la mañana, Castiel salía del gimnasio

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Era viernes por la mañana, Castiel salía del gimnasio. Desde que había empezado la semana su rutina pasó de despertar a las cinco, estar en el gimnasio y pista de hielo. En este último es donde pasaba más tiempo, ya que le enseñaba a sus compañeros.

El día de hoy le tocaba su clase con Sam. El menor de los Winchester llego muy puntual a la cita.

—Hola, Castiel.

—Hola, Sam. ¿Cómo estás?

—Bien, será mejor empezar.

—Sí.

Castiel se puso los patines y entró al hielo junto a Sam. Prendió su laptop, el castaño estaba detrás de el.

—Sam, necesito que hagas el salto.

—¿Así, sin alguna indicación?

—Sí, necesito que lo hagas, luego sacaré algunos cálculos y podré hacerte indicaciones.

—Ok. Pero no te vayas a burlar, me voy a caer.

—Jamás haría eso, Sam.

El joven patinador se puso en medio de la pista dio algunos pasos y luego realizado el salto, pero cayó al suelo. Se levantó enojado del hielo.

Patino en dirección donde estaba el ojiazul.

—Te pago, para que me enseñes a aterrizar no para caer al suelo, Castiel.

—Tu estate tranquilo.

Castiel bajó el video a la computadora, una vez descargado hizo la formula en el ordenador.

—¡Listo!

—¿Así? Déjeme ver —Sam le hizo a un lado a Castiel.

En la pantalla, Sam se podía ver a el mismo haciendo el flip y acabando perfectamente.

—¿Quieres intentarlo?

—Para eso he venido, Castiel. Vamos hacerlo.

—Bien, primero da algunas vueltas alrededor de la pista. —le indicó Cas a Sam—. Ahora, al momento de querer dar el salto, separa tus piernas a unos cuarenta y cinco grados.

Sam seguía las instrucciones de su amigo, Castiel continuó con las indicaciones.

—Ya estas listo, Sam. Puedes hacer el flip, pero recuerda tener tus brazos plegados a tu pecho.

El joven de cabello largo con algo de temor tomó vuelo y realizó el salto, para alegría del castaño cayo limpiamente en el hielo. Por algunos segundos, Sam se quedó parado mirando a la nada, no podía creer que había logrado realizar el flip.

Dean quien miraba por al ventana de su oficina, dio un brinco de felicidad, el rubio estaba feliz por el logro de su hermano.

—Tenias razón, es como te dijo la computadora.

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