Juramento inquebrantable | Albus & Minerva

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1935

—¡Bien, ahora haremos las pruebas para cazador!— uno a uno fueron pasando los desastrosos cazadores, hasta que solo quedaba un nombre en la lista— ¡McGonagall!— los muchachos miraron a su alrededor, pero no había ningún otro chico. Solo una chica.

—Yo soy la que falta— el capitán soltó una carcajada.

—¿Tu? Mira, eres guapa. Si quieres ve a tejer algo y este sábado alguno de nosotros saldrá contigo— los demás se unieron a la risa.

—Vengo a dar la prueba como cazadora, Dumbledore me lo permitió— les mostro el pergamino con la firma del profesor de transformaciones.

—Patrick déjala presentarse, no queremos problemas... Además, es una chica ¿Qué tan bien podría jugar?— le aconsejo el muchacho a su derecha.

—Tienes razón— acepto— bueno niña, a la escoba— todos se quedaron atónitos al ver la destreza con la que la chica volaba y marcaba tantos al guardián (que ocupaba su puesto hace cuatro años).

—¿y? ¿Cómo ha volado la niña?— se mofo Minerva.

—No puedes entrar— sentenció el capitán.

—¿Por qué?— todos se giraron a ver al hombre que se dirigía hacia ellos.

—Profesor Dumbledore, señor...las mujeres nunca han entrado a los equipos— explico torpemente Patrick.

—No encuentro razón alguna, ya que la señorita McGonagall ha demostrado un talento impecable— el chico tartamudeo sin encontrar una respuesta concreta.

—De acuerdo, eres la cazadora junto con Chad y Theo— saco una ronda de bufidos y quejas.

—Mi trabajo esta hecho—murmuró Albus a Minerva que le sonrió agradecida, antes de marcharse.

—Una de las ventajas de ser mujer es poder ser la zorra del profesor para hacer lo que quiera, ¿no crees?— pregunto por lo bajo el capitán. Pero Minerva estaba demasiado eufórica como para prestarle atención.

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—¿Qué tu qué?— pregunto Amelie con las cejas levantadas.

—Me uní al equipo de Quidditch, el profesor Dumbledore me ayudo a entrar— sus compañeras de cuarto la miraron con desconfianza.

—Minerva, todo el mundo está hablando— susurro Charlotte con cautela.

—¿Hablando?— pregunto confusa.

—Sobre tu relación con el profesor— secundo Amelia— son demasiado cercanos como para que sea normal.

—El me aprecia y en todo caso solo somos amigos— defendió molesta.

—Minerva un hombre y una mujer no pueden ser amigos— la castaña dejo su libro de aritmancia y salió del cuarto enfurecida.

¿Por qué debían hablar sobre el profesor? El era un caballero, siempre había sido respetuoso con ella y tenía una inteligencia privilegiada de la que siempre podía absorber conocimientos. Sintió las lagrimas agolparse en sus ojos, nunca había sido una mujer débil ni de lagrima fácil, pero se sentía tan incomprendida. Se dirigió al lugar donde siempre sería recibida.

—¿Minerva?— Albus la miro como si no fuera una sorpresa verla pasada la medianoche en la puerta de su habitación.

—¿tienes una cama de mas?— soltó un hipido angustioso— en el apuro por irme de mi cuarto he olvidado traer la mía— la miro con comprensión.

Harry Potter, historias de un capítulo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora