—Tu hermana nos necesita— recriminó Monseur sin lugar a replicas— Es para acabar con El-que-no-debe-ser-nombrado, creo que si te hemos criado bien, sabrás poner en orden correcto las prioridades— Gabrielle miro el suelo, no es que no quisiera apoyar a Fleur y a la dichosa Orden del Fénix, pero era tan duro dejar Beauxbattoms, sus amigas, incluso llegaría a extrañar a Madame Maxime.
—Empaca tus cosas, la semana que viene nos iremos a Londres— agrego Apolline.
Gabrielle corrió escaleras arribas y cerró la puerta de su cuarto con llave. Tendría que dejar todo atrás solo porque a su hermana se le ocurrió enamorarse de un inglés con aires de héroe.
Todos me odian.
Negó con la cabeza, no debía ser dramática. Pero por dios, ¿No podría Fleur haberse quedado con uno de los tantos franceses que la habían pretendido? Claro que no, debía ir de revolucionaria.
Guardo sus cosas con sumo cuidado en dos o tres cajas con hechizos expansores, puestos por su madre.
Realmente no quería marcharse y detesto a todos por obligarla, a Voldemort, a Fleur, a la Orden del fénix e incluso a Albus Dumbledore.
La puerta sonó con tres suaves toques.
—Gabrielle déjame pasar— pidió Fleur con su voz aterciopelada.
—No quiero hablar contigo— respondió ignorando a su hermana, hasta que la puerta se abrió y Fleur entro— ¿Qué haces? ¡Es mi habitación!
—Mientras cierres con llave muggle y sin un hechizo, no intentes encerrarte— dijo seriamente— no vengo a discutir Gabrielle, vengo a darte una razón por la cual estarás feliz de ir a Inglaterra— esbozo una pequeña sonrisa conciliadora.
—¿Cuál?— la ironia impregno la palabra.
—Veras a Harry todos los días— Gabrielle la miró atónita, ¿Cómo era posible que no hubiese pensado en eso? ¡Harry!
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—Y ahora que ya hemos presentado al profesor Slughorn, también debemos volver a darle la bienvenida a una de las jóvenes estudiantes de Beuxbattoms que nos acompaño hace dos años en el torneo de los tres magos— los cuchicheos se expandieron entre los estudiantes masculinos— Adelante— la joven entro al gran comedor siguiendo a la profesora McGonagall, todos los hombres quedaron prendados del resplandor de su larga melena rubia, su cuerpo delicado y su rostro angelical. Estaba acostumbrada, era la sangre de su abuela veela que corría por sus venas.
Al pasar junto a la mesa de Gryffindor, les dedico una sonrisa a Harry y Ron.
—¿La conocen?— pregunto Seamus sorprendido.
—Paso parte del verano con nosotros en casa de Ron— comento con simpleza Harry.
—Es la cuñada de nuestro hermano— bufo Ginny, al ver que todos se mostraban admirados.
Todos prestaron atención cuando la joven se sentó en el banquillo para que le pusieran el sombrero seleccionador; estuvo unos minutos en silencio antes que se escuchara el ¡GRYFFINDOR!
Gabrielle se dirigió radiante hacia el trió, saludo levemente a Hermione, le dio un corto abrazo a Ron y se detuvo para abrazar con fuerza a Harry, que fue fulminado por los celos de todos los hombres del comedor cuando ella se sentó a su lado.
—Por meglin, nunca he estado tan negviosa— gimió en un suave y embriagador francés.
—No es tan grave, ¿Cómo está Fleur?— pregunto algo incomodo por las miradas de tantos chicos sobre él.
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Harry Potter, historias de un capítulo.
RomanceHistorias que comienzan y terminan en un capítulo. Sin relación entre si.