Un huracán | Teddy & Lily Luna

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Teddy la miro con cuidado, frunciendo el ceño al ver como Lily jugueteaba con James, así debían ser ellos, como hermanos, pero no todo en la vida es como debería ser.

Hacía ya bastante tiempo que Lily Luna Potter había dejado de ser una niña para convertirse en un proyecto de mujer, había heredado la personalidad misteriosa y luchadora de Harry junto con la simpatía de Ginny, claro que de su madre también había heredado algo que ella sabía manejar a la perfección, su belleza.

Lily tenía un cuerpo, que Teddy podría decir, era perfecto. Pies pequeños, siempre descalzos, piernas largas y delgadas que comenzaban en una sensual curva, cintura estrecha, no demasiado escote. Pero lo más hermoso de Lily era sin duda su rostro, enormes ojos chocolate, nariz respingona, sonrisa traviesa, todo enmarcado por una melena rojo fuego. ¿Qué persona en el mundo no se enamoraría de ella? Bueno, sus hermanos por supuesto. Ese era el problema, ellos se habían criado como hermanos, ellos debían ser como hermanos.

Sentía una culpa arrasadora recorrerlo, estaba traicionando la confianza de Ginny, quien lo había arropado cuando era pequeño y le había preparado incontables veces su comida favorita, pero lo que más lo torturaba era saber que traicionaba la confianza de Harry, lo más cercano a un padre que conoció, Harry había sido quien lo abrazo mientras lloraba la muerte de sus padres o la muerte de Andrómeda, Teddy estaba seguro que no había nadie en el mundo que lo quisiera más que él. Y así se lo pagaba, enamorándose de su pequeña hija.

El amor es confuso, a veces demasiado. El había salido con Victoire, una semi—veela, divertida y dulce, pero simplemente no era la indicada, fue poco lo que duraron, no más que unos cuantos meses. El rompimiento se produjo cuando él tenía la cabeza demasiado puesta en Lily y muy poco en su propia novia, aunque en ocasiones, las cosas son como tienen que ser.

Volvió a concentrarse en su libro cuando noto que James se iba, dejando a la pelirroja y a él solos, "fuera Lily" se ordenaba a su mente, continuo leyendo sobre licántropos, era interesante. Hacía ya muchos años el se había enterado que su padre había sido un hombre lobo y que por sus propias venas aun corría un poco de sangre de lobo.

—¿Otra vez leyendo sobre lobitos?— esa tierna y divertida voz solo podría pertenecer a alguien.

—Lily, te apuesto que, si te encontraras con un hombre lobo transformado, no le dirías lobito— ella sonrió.

—Con la poción matalobos son como dulces cachorros, ¿No te preguntas como era tu padre transformado?— pregunto curiosa.

—me pregunto cómo era mi padre— corrigió con una mueca.

—¡Lo siento! Soy muy tonta— le sonrió y la tomo de los hombros para callarla.

—Lilu, no es nada— ella lo miro fijamente a los ojos, desafiando el chocolate con la miel— ¿Qué ocurre?— pregunto al sentir un nudo en el estomago, si ella no apartaba su mirada de la suya, podría repetirse algo muy grave.

—Pienso en dos cosas, la primera es que me da electricidad en el cuerpo cuando me tocas— Ted soltó sus hombros de inmediato, como si le quemara el contacto— y la segunda, es que no me llamabas Lilu desde la última vez que nos besamos— su voz sonaba triste, casi anhelante.

—La primera y la última vez que nos besamos— agregó con la garganta seca.

—No necesitas recordármelo. ¿Por qué no quieres estar conmigo? ¿No te gusto?— A veces Ted se preguntaba como Lily podía cambiar tan rápido sus emociones, de tristeza a enojo en solo una frase.

—No es que no quiera...—palabras equivocada.

—¿Entonces quieres?— Ted negó rápidamente

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