Rauni y Louhi bajaron rápidamente las escaleras con la intención de advertir al empleado, pero al final no lo hicieron porque en el mesón no había nadie a excepción de un letrero que anunciaba que volvía en seguida. Salieron por la puerta principal hasta la acera y el rubio posó de inmediato la mirada sobre su vehículo, no pudiendo notar ninguna rayadura de pintura ni neumáticos desinflados, ni tampoco vidrios rotos. Soltó un suspiro de alivio y en seguida acompañó a Louhi a inspeccionar el resto del territorio. Se dividieron la calle, uno por delante y otro por detrás de la van. Inspeccionaron con cuidado el resto de los vehículos estacionados ante la luz de la luna llena y el tenue brillo de las luminarias urbanas; la mayoría eran automóviles familiares o pequeños, pero no notaron ninguna alteración. Ambos se levantaron el pulgar a lo lejos y comenzaron a analizar sus alrededores, pero no vieron nada más que el asfalto extenderse hasta la gran muralla y el color blanco de los edificios a cada lado de la calle. Ningún peatón, ningún vehículo. La suave brisa marina que venía desde el lado oeste se metía en las narices de los mercenarios con una sutil humedad salada.
—Algo anda mal —susurró Rauni, reuniéndose con Louhi frente a la van.
—No me digas —respondió el joven, moviendo la cabeza de forma negativa—. ¿Algo más que agregar?
—Me refiero a que algo está... no lo sé, fuera de lugar, como si estuvieran jugando con nosotros. ¿No te parece que quisieron llamar mucho tu atención?
—Y lo lograron, me jodieron la tableta. Quien sea que haya sido se llevará su merecido —Louhi movió su cabello y miró en todas direcciones. Su prótesis se movía rápidamente haciendo un ruido mecánico e indicando el reenfoque a cada objeto que apuntaba. Al mirar hacia arriba y apuntar a la muralla, Louhi notó un extraño brillo, como si una lámpara estuviera haciéndose más potente y cuando se dio cuenta de lo que era, empujó a Rauni hacia la van haciendo que la carrocería se moviera por completo en un ruido sordo, y él aprovechó para dar un pequeño salto hacia atrás. Un segundo después, un rayo de luz atravesó el ambiente nocturno y aterrizó en el suelo de la acera justo donde habían estado parado antes. La luminosidad se deshizo, pero dejó una marca negra detrás.
—¡Mierda! —exclamó el mercenario, apegándose aún más al vehículo.
—¡Arriba, en la muralla! —Louhi se apresuró en esconderse detrás de la van —. Dame la llave.
Rauni buscó a tientas la bola de billar enganchada a la llave en sus bolsillos y al atrapar el llavero, lo lanzó al piso quedando justo debajo del tubo de escape. El pelinegro las recogió, abrió las puertas traseras del vehículo y se instaló de inmediato en el asiento del conductor. Otro disparo de plasma se paseó por los aires y llegó a otra parte de la acera. Cuando Louhi giró la llave para darle partida al motor, un nuevo proyectil de plasma hizo añicos el espejo retrovisor de ese lado y pilló al joven mercenario con un susto que lo hizo saltar sobre su asiento. Rauni vio la escena con tristeza y frustración y de inmediato maldijo mientras se acomodaba en el asiento del copiloto. Louhi sacó el freno de mano, pasó el cambio y arrastró el vehículo con un fuerte rugido a través de la calle.
—Me las pagará ese hijo de puta —soltó Louhi golpeando el manubrio.
—Nos las pagará a ambos, ahora me debe un espejo. ¿Sabes lo mucho que cuesta encontrar estos espejos? ¡Ugh! Probablemente tenga que mandarlo a hacer con Khimra, pero me va a cobrar un ojo de la cara —se quejó Rauni.
Recibieron más disparos que Louhi logró esquivar hábilmente imitando la imprudente forma de conducir de Rauni. Al llegar a la esquina, dieron la vuelta hacia la derecha y avanzaron en dirección al sur de forma paralela a la muralla. Louhi, un poco desconfiando a decir verdad de sus habilidades de conducción en situaciones así, propuso que Rauni condujera, así que hicieron un torpe cambio de roles casi sin frenar y la van estuvo a punto de estrellarse contra otro vehículo estacionado. Ahí fue cuando el más joven notó que su atacante estaba huyendo a través de la muralla.
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Rakun
Science FictionCorre el año 1094 después de "El Descenso". En el primer piso de Ranthal, Rauni y Louhi se preparan para la misión más lucrativa que han tenido hasta el momento: robar un meteoro. Esta extraña situación será el punto de partida para el viaje de esto...