Rauni salió de la tienda llevando la caja bajo el brazo con paso relajado pero firme, adentrándose en un laberinto gris y maloliente de edificios, muchos de ellos correspondientes a negocios cerrados o bien abandonados. Buscó el camino de vuelta hacia la calle principal donde había estacionado su vehículo y siguiendo su naturaleza distraída, decidió cruzar la calle sin prestar mucha atención. Por despistado, un hombre en una motocicleta de neumáticos anchos y cubierta de una carrocería de placas casi le pasa por encima. Por esquivarlo, el hombre le grita una grosería en un idioma extranjero.
—Idiota... —dijo el rubio para sí mismo y soltó un suspiro.
La avenida principal estaba compuesta por varios edificios de no más de cinco pisos de colores fríos, desgastados por el paso del tiempo y el descuido de la gente. La mayoría de ellos permanecían vacíos y en condiciones penosas, sobre todo si estaba cada vez más lejos de la torre central del drevokov. Decenas de carteles viejos, señaléticas de luces descompuestas, murales y graffitis decoraban el entorno dejando una sensación deprimente al andar por aquellas calles. La gente que lograba vivir en Ranthal y no tenía mucho dinero debía conformarse con el hacinamiento a las afueras del primer nivel de la torre. Así que no era raro encontrarse con un escenario poco prometedor y por lo demás, peligroso.
Aunque por unos segundos le pareció que había tomado el camino equivocado, finalmente logró salir a la avenida principal y esta vez decidió mirar a ambos lados antes de cruzar la calle. La calle que conformaba la avenida ya era mucho más diferente y un poco más activa. La gente caminaba por ambos lados de la calle a paso rápido y evitando los vendedores ambulantes que ofrecían su mercancía a precios tentadores. En cuanto a los vehículos de la zona, no muchos pasaban por ahí pues la gente no tenía la necesidad de salir de los drevokov. Subir, hasta cierto punto era la única opción. Rauni que solía llevarle la contra a las tendencias populares, tenía su vehículo estacionado en dirección a la salida de la gigantesca urbe en forma de torre.
El vehículo, claramente fuera de época, era una van de color negro decorado con dos líneas horizontales de color rojo que parecían dividir los lados del vehículo por la mitad. Tenía neumáticos todoterreno y protecciones frontales de hierro negras con luces adicionales. Sobre el ventanal del conductor, tenía cuatro luces que de seguro podían iluminar una buena cantidad de terreno nocturno. Por el lado derecho tenía una puerta corredera que Rauni evitaba abrir por algún motivo mientras que en la parte traseras dos puertas podían abrirse de par en par. Solamente la cabina tenía ventanas y a través de ella se veía en el asiento del copiloto un joven moreno ensimismado en una tableta.
Rauni abrió la puerta del conductor, lanzó la caja que contenía la espada detrás del asiento sin importar donde cayera y con una expresión molesta, subió y se quedó con la mirada pegada en el camino.
El copiloto se enderezó con brusquedad y alzó la voz.
—¿Media hora? ¿En serio? —exclamó el joven.
El muchacho vestía con una chaqueta azul marino con bolsillos y cierres por todas partes, pantalones negros de tela y unas viejas botas oscuras. Sin embargo, lo que más llamaba la atención de la apariencia de Louhi era algo no muy común en Namurova. Se trataba de un implante metálico que cubría parte de su rostro derecho, extendiéndose hasta su oído, el cual también era parte del dispositivo. Esta prótesis canalizaba la información visual de su ojo derecho a través de un lente circular muy similar a una cámara. Una luz rojiza indicaba el nivel de proceso que estaba realizando el aparato, aunque Louhi había aprendido a modificarla para ciertas ocasiones, al igual que cuando agregó una función de cierre, que cubría el lente cada vez que su cerebro diera la orden de pestañear o cerrar los ojos. En cuanto a su oído, no había nada que imitara la oreja, teniendo solamente cuatro ranuras en diagonal se podían ver si quitabas el cabello negro azabache del camino, algo un poco difícil para cualquiera. Solía peinarlo hacia la derecha precisamente para cubrir el dispositivo.
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Rakun
Sci-fiCorre el año 1094 después de "El Descenso". En el primer piso de Ranthal, Rauni y Louhi se preparan para la misión más lucrativa que han tenido hasta el momento: robar un meteoro. Esta extraña situación será el punto de partida para el viaje de esto...