Mientras estuve lejos.

640 32 3
                                    

Cuatro años parece poco tiempo.

Pero para aquella chica de ojos celestes había sido una eternidad

Todos esos años se mantuvo firme en su ambición.
Pocas veces hablo con su rubio amado.

A veces sentía que él le ocultaba cosas, pero no sé molestaba.
Ya que ella lo iba a rescatar de su destino.

Justo en su mente se venían los recuerdos de los momentos que vivió en esos 4 años, el día de recibir su título universitario había llegado.

Con sus trajes de graduados y sus birretes al aire sonreía de manera victoriosa, era el primer paso para lo que ella quería lograr.

Sus padres y sus hermanas la acompañaban fieles a ella.

Habían ido a almorzar en un restaurante de la ciudad.

Después de que la ceremonia de graduación terminó.

Estaba emocionada de mencionar lo que seguía en sus planes.

-¿Que harás ahora Elizabeth?-

Le preguntó su padre orgulloso de ella.

-Regresare a Tokyo con ustedes. Ahí me han ofrecido un excelente empleo y una gran misión.-

Su padre se emocionó mucho

Sin embargo su madre no

Ella había encontrado pareja y un buen empleo en el tiempo que su hija estudiaba

Pero como toda madre sabe que los hijos tienen que volar.

Sin otra opción más que aceptar, apoyo la decisión de su hija.

Le deseó lo mejor y la acompañó al aeropuerto a los dos días después de su graduación.

Con maletas en mano y una gran sonrisa, abrazó a su madre y subió al avión junto a sus hermanas y su padre

El vuelo desde Massachusetts hasta Tokyo no era tan largo como parecía.

Se dispuso a tomar una siesta en el avión, mientras llegaban a su destino.


Al llegar a su destino sonrió.

Estaba emocionada de saber de él, de verlo. De abrazarlo nuevamente.

Pero al parecer no todo iba a ser tan fácil como ella quería.











Meliodas se había vuelto más despiadado que antes.

El tiempo lejos de Elizabeth lo hizo perder la poca humanidad que le quedaba.

Nadie lo reconocía ahora, incluso Zeldris le tenia miedo.

Su mirada se había apagado, ya no tenía ese brillo, ya no sonreía.

Ahora se habia vuelto tal como su padre deseaba.

Solo se dedicaba a cumplir órdenes sin importarle nada más

Solo cuando hablaba con Elizabeth su mirada cambiaba.

Pero en cuanto ella colgaba el teléfono el volvía a apagarse

Sin duda ella era esa luz en su terrible oscuridad.

Sin darse cuenta se había convertido en lo que mas odiaba

En su padre.

Pero no tenia razón para cambiar. Ella se había ido y quiza nunca iba a volver

Muy en el fondo de su alma esa pequeña luz de esperanza seguía encendida

Ni toda la maldad y ambición de su padre apagaría esa luz que Elizabeth dejó en el




Tenía ya una semana de haber regresado a Tokyo.

Se había mudado con su papá en lo que buscaba un departamento que le quedará cerca de su trabajo.

La habían contratado en un buffete de abogados muy influyentes en la ciudad

Sus calificaciones y su gran tesis le había dado esa oportunidad única y ella no la iba a desaprovechar.

Llegó al buffete y le indicaban por un socio de la empresa cual sería su nueva oficina.

Ella agradeció y empezó a acomodar sus cosas en aquella oficina.

Su búsqueda sobre el cartel del padre de Meliodas comenzaba, si tenía que atraparlo tenía que estudiar bien cada rincón donde él hacia sus negocios sucios.

Llegó la noche, y con ello su salida.

Cerro la computadora y la apagó

Tomó su maletín y salió de aquella empresa.

La mayoría de los trabajadores se habían marchado ya

Las pisadas de sus tacones resonaban en todos los pasillos por los cuales pasaba.

Tenía que caminar algunas calles para tomar el metro y llegar a casa de su padre.

Mientras caminaba, pudo ver en un callejón oscuro como unos jóvenes eran golpeados por alguien.

Vio una piedra cerca de ahí y sin dudar la aventó hacia aquel que golpeaba.

Éste al sentir la roca en su cabeza soltó a los chicos y éstos corrieron asustados.

Aquel hombre que golpeaba, corrió rápido hasta ella y la tomó del cuello para elevarla hacia la luz de la calle para poder ver quién era la que lo había golpeado con aquella roca.

Pero cosa del destino era nada más que su chica de ojos celestes, y aquel rubio quien golpeaba a esos jóvenes era su amado

Ella no podía creerlo, el la soltó de inmediato lentamente mientras su mirada se enfocaba en su rostro angelical.

-¿Eres tú Elizabeth?-

Preguntó con duda y sorpresa.

Ella asintio con la cabeza un poco asustada

-Regrese a tu lado Meliodas-

Comento con su dulce voz mientras tomaba la mano del rubio y dejaba caer unas lágrimas sobre sus mejillas.

Meliodas sonrió después de tanto tiempo.

La abrazo fuertemente mientras ambos se hundían en los sollozos de sus llantos

~Recuperando a Meliodas~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora