Mi luz

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Esa misma noche al llegar a su departamento. Se encontro con una gran sorpresa. Estaba completamente amueblado.

Televisión con sistema de teatro en casa, muebles finos y elegantes y un gran ramo de rosas en el centro de aquella sala nueva.

Cerro la puerta y miro asombrada todo el departamento.

Era muy hermoso.

Su Teléfono sonó y ella contestó de inmediato.

-¿Te gustó la sopresa?-

Preguntó su rubio al otro lado del teléfono.

Ella estaba realmente maravillada

-¡No debiste Meliodas! ¿Cómo entraste aquí?-

Contestó mientras olía las flores

-No fue difícil, hable con el de seguridad y le dije que era tu novio y que quería darte una sorpresa.-

Dejo las flores y camino hasta el lugar donde había una cafetera.

-Entiendo. Muchas gracias, está todo muy bonito, ¡Hasta colocaste un rincón de café! La cafetera es bella. Y tiene varios sabores de café. Conoces bien mis gustos.-

Mencionó feliz y emocionada

-Claro que si, se todo de ti Elizabeth, eres mi luz en esta vida oscura que tengo.-

Se quedó callada, no sabía que decir. Sabía bien que Meliodas no llevaba una vida normal y eso le entristecía demasiado.

-Aun tenemos una plática pendiente.-

Respondió, cambiando el tema de plática.

-Lo sé, pero no sé si pueda ir a verte al rato. Tengo algunos pendientes.-

No contesto y solo colgó.

Le molestaba el que no busque una solución a su vida, se movia como títere en las manos de su padre, sabía que tenía que encontrar la manera de salvarlo.


Al día siguiente despertó como acostumbraba, se vistió y salió de su departamento.

Caminaba tranquilamente por las calles de la ciudad para llegar al bufete de abogados.

Al llegar saludo a las recepcionistas y fue directo a su oficina.

Prendió su laptop y se dispuso a trabajar, ese día tenía que llevar los papeles de dos casos que tenía que resolver a los juzgados, terminó su labor en la oficina, tomo las carpetas, las metió en su maletín y salió para ir a aquel lugar.

No demoró en llegar, camino hasta las oficinas principales y ahí espero paciente.

Al término de archivar los papeles agradeció a las personas de ahí y salió de aquella gran sala.

Caminaba por los pasillos y se encontró con un gran amigo.


Lo vio a lo lejos con dos personas, dialogaban tranquilos, caminó lentamente hacia el y en cuanto el par de personas se alejaron de él, lo saludó.

-¡Hola Michael Shawn!-

El miró hacia ella con una gran sonrisa en el rostro.

Aquel joven era un estudiante de una escuela privada, que estaba cerca de Harvard, se habían hecho amigos en una biblioteca que tenían en común ir.

El era alto, más alto que ella, tenía ojos verdes, cabello castaño, era apuesto y elegante.

-¡Elizabeth Liones! ¿Que haces aquí? ¡Es una sorpresa verte!-

La abrazo de inmediato y ella correspondio.

-¡Lo mismo digo!  Me gradué hace poco y conseguí trabajo en una buen bufete de abogados, justo vine a dejar los papeles de mis casos. ¿Y tú qué haces aquí?-

Preguntó curiosa con una sonrisa en el rostro.

-Vine a suplir a un compañero que se enfermó, y pues su caso esta próximo a llevar a juicio, y como el no puede venir, me pidió ayuda, así que estaré aquí como mínimo un mes o más, en lo que apenas resuelva este caso. Me da gusto verte, ¿Ya has almorzado? Te invito, así platicamos a gusto.-

Ella no tenía porque negarse, así que aceptó gustosa y juntos fueron al auto de el, subieron y puso marcha hacia un restaurante del centro, el no conocía bien la ciudad así que ella lo iba guiando.

La plática con el siempre fue amena, alegre y en la misma sintonía, no había tenido pláticas así más que con Meliodas, se dió cuenta de la diferencia entre ambos, pero también de sus similitudes, ambos tenían el mismo color de ojos, entre otras cosas más.

Pero definitivamente no eran iguales

Al término de almorzar caminaron por el centro de la ciudad. Ella le servía como guía turística y el estaba encantado con su compañía.

Llegaron hasta una plaza, caminaban entre los pasillos, observando los locales de ahí.




Meliodas tenía un socio en aquella plaza y tenía que ir a verlo para que le entregará una cantidad de dinero para su siguiente movimiento.

Justo iba llegando a las escaleras eléctricas, y al ver a su izquierda la vio.

Elizabeth y aquel joven.

Sintió su sangre arder de coraje.

Pero tenía que calmarse.

Tomó su móvil y le llamo.

Miraba fijamente como ella buscaba su móvil, sacaba del bolsillo y contesto tranquila

-¡Hola Meliodas! ¿Sucedió algo?-

-No, solamente quería escuchar tu voz.-

-¡Oh Meliodas! Eres tan tierno.-

A lo lejos observó como ella se sonrojaba.

Era tan clara como el agua, supo que aquel hombre que iba con ella lo había notado.

Quedó con ella de ir a cenar y ella acepto gustosa.







~Recuperando a Meliodas~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora