Escúchame por favor

380 25 4
                                    

Los días pasaban, y era como si ella no estuviera ahí en aquella ciudad.

Se dedicaba a su profesión, y el a sus negocios turbios.

Ahora nuevamente eran dos desconocidos.

Pero el rubio no estaba dispuesto a dejarla ir sin luchar.

Había pasado un mes desde la última vez que la vio.

Se fue a sentar en aquel parque donde ella le dedicó tantas sonrisas y besos.

Se sentía solo, a pesar de estar rodeado de tanta gente.

Cuando dos almas están destinadas a estar juntas.

No hay poder en el mundo que las separe.

El destino hacia uso de su poder.

Elizabeth llegaba a aquel parque también.

Pidió un helado y caminaba entre los árboles de cerezos.

Ubicó una banca detrás de un árbol y camino hasta ella.

Estaba por sentarse cuando el se puso de pie y sus miradas chocaron

El tiempo se detuvo.

Ninguno tuvo intención de apartar la mirada.

Se sintió derrotada al ver aquella mirada esmeralda fija en ella.

¿A quien engañaba?

Amaba a Meliodas tanto o más que la última vez que se entregó a el.

Quería apartar su mirada de el pero era como un imán que no lo permitía.

El tiempo se descongelo cuando un niño chocó con ella y la empujó hacia el, soltando el helado que tenía en sus manos, este cayó al piso y ella fue detenida por los brazos de su rubio amado

-Disculpe señorita.-

Comentó el niño, mientras se daba vuelta y corría lejos de ellos.

Ella no pudo contestar, se sentía avergonzada y su corazón latía al mil.

Tenía que controlarse.

Un poco temblorosa, comenzó a ponerse derecha de nuevo, mientras intentaba alejarse del agarre de Meliodas.

Pero el no tenía ninguna intención de soltarla

-Dejame ir por favor.-

Suplicó sonrojada.

-No.-

Contestó a secas

-Meliodas, yo ya no...-

-¿Ya no me amas?-

Comento interrumpiendo su frase

-Estoy decepcionada de ti, me fallaste.-

Contestó evadiendo su pregunta

-Eso no fue lo que te pregunté Elizabeth. ¿Ya no me amas? Dime qué no me amas y te juro que no te vuelvo a molestar, te juro que desaparezco de tu vida. Pero dímelo. Quiero escucharlo de tus labios.-

No quería mirarlo a los ojos, porque el vería que mentía. Obviamente lo seguía amando, pero ahora sus vidas tenían rumbo diferente

No contestaba ni tampoco alzaba su mirada.

Meliodas entonces tomó su rostro y la hizo mirarlo.

-Se que falle, se que debia esperarte, pero conoces los alcances de mi padre, pase por mucho Elizabeth y solo tenía una esperanza de seguir con vida y eras tú, el verte una vez más, incluso si eh de morir hoy o mañana no me importa, porque se que tú aún me amas, porque tú eres esa luz en mi oscuridad y siempre lo serás.-

Le había dicho justo las palabras adecuadas para que ella se quebrara frente a el

Sin decir nada apretó fuertemente con ambas manos su camisa. Y simplemente lloró

Meliodas la abrazó consolandola y ella rompió en llanto.

Se sentaron ambos en aquella banca sin soltarse mientras ella seguía llorando.

En cuanto se calmo se separó por fin de él y lo miro a los ojos.

Estaban un poco hinchados y aún tenían algunas lágrimas cayendo

Limpio aquellas lágrimas y le sonrió.

Elizabeth le sonrió también y sin más que decir sus labios se juntaron

Un beso fugaz, tierno y tan esperado por ambos.

Pero no sería suficiente con solo ese beso.

Sus labios sedientos querían más, profundizaron el beso, hasta que su respiración se agotó y se separaron

No dijo nada más.

La tomo de la mano y ella acurruco su cabeza en el hombro de el.








~Recuperando a Meliodas~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora