Capítulo 8

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•Obito•

Mis ojos se abrieron rápidamente después de esa horrible pesadilla.

Miré a mi derecha y ahí lo vi, seguía durmiendo plácidamente. 

Acaricié la suave piel de su cara, luego me senté, apoyando la espalda en la cabecera de la cama. Tiré mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos.

Lamentablemente mi memoria me recordó ese mal sueño.

Todavía podía ver su rostro rojo por la sangre y sus azules ojos sin vida, reclamándome porqué había actuado de esa manera.

—Me arrepiento tanto, Deidara, me arrepiento demasiado de lo que te dije esa vez —susurré, pues no quería despertarlo.

Me levanté, no podía dormirme, ya que mi cansancio se había esfumado. Me dirigí al balcón; en el camino, tomé un cigarrillo y lo encendí.

No era un chico que fumara, pero esta situación me sobrepasaba. No era fácil tener acostado a tu lado, en tu cama, a la persona que amabas; porque sí, estaba enamorado de Deidara, y lo había descubierto recientemente. Al saber mis sentimientos por aquel rubio me di cuenta de que era demasiado lento para percatarme de mis emociones.

Inhalaba y exhalaba, aspirando el humo para después liberarlo, mientras el viento frío calaba mis huesos. Realmente no me importaba congelarme, estaba bastante absorto en mis pensamientos como para darle alguna importancia a la brisa.

Recordaba cuanto sufrí ese mes que estuve sin saber de Deidara, fue tan deprimente para mí no poder buscarlo aun cuando sabía dónde hacerlo. Durante ese período intenté rendirme, con él, con mis sentimientos, con todo el amor que sentía por ese chico de ojos azules. Pero gracias a los consejos de mis amigos, Kakashi e Iruka, decidí seguir intentando conquistarlo, aunque los nervios me jugaron una mala pasada y evité encontrarme con él, hasta que ayer, por el mensaje de mi primo, di el primer paso para volver a tener una relación con Deidara, al menos una de amistad.

Gran sorpresa me llevé al verlo en ese bar, vestido tan sexy, y en compañía de otro tipo. Mentiría si dijera que no sentí celos, pero no quería hacer una escena delante de él y preferí irme, por suerte aguardé un poco, ya que pude salvar a Dei de esos hombres... Y a su amigo, aunque no por gusto.

¿Debería olvidarme de Deidara? ¿Tendría que dejarlo ir tal y como él lo hizo conmigo? Si él ya siguió con su vida, ¿por qué yo no puedo hacer lo mismo?

Ese tipo de preguntas invadían mi cabeza toda las noches, y nunca encontraba respuestas, a no ser, la única, que no quería alejarme de él. 

El pasado que Deidara ha olvidado para mí es inolvidable.

Esas palabras siempre rondaban por mi mente. Ellas eran ciertas, no podía... No quería, en realidad, olvidarlo.

¿Y si uso el "un clavo saca a otro clavo"? Ese pensamiento llegó a mi cabeza. Después de todo, tenía a la candidata perfecta para eso, Rin. Lo único que tenía que hacer era pedirle a mi mejor amiga que fuera mi novia y enamorarme de ella con el tiempo.

Sonreí con ironía, pues yo sabía que eso era imposible. No podía jugar con sus sentimientos, no cuando era tan fuerte su amor por mí, eso la lastimaría peor si se enteraba de mis verdaderas intenciones.

Volverte a ver (Obidei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora