Volverte a ver (Obidei)

Capítulo 17

El canto de los pájaros se hizo presente, anunciando la mañana.

Deidara suspiró y trató de despegar su cabeza de la almohada, pero le fue imposible, pues sufrió una fuerte punzada en la sien.

Cerró los ojos y comenzó a masajearla para aplacar el dolor.

Mientras lo intentaba, sus lágrimas volvieron a caer. Se sentía bastante frustrado y la única manera que encontraba de liberarse era ésa, llorando.

Respiró profundo y limpió su rostro al mismo tiempo en que se absorbía los mocos.

<<Necesito calmarme>>, pensó. No quería que sus amigos lo escucharan del otro lado, ya habían tenido demasiado la noche anterior con sus gritos acompañados de un desconsolado llanto.

Se levantó de la cama con mucho esfuerzo y un intenso mareo lo invadió.

Mientras se recomponía, logró oír el ruido metálico de los utensilios de cocina, lo cual le hizo saber que Itachi ya se había despertado y volvía a la rutina.

—Debes ser fuerte Deidara —se dijo al mismo tiempo en que se obligaba a salir del cuarto—. Buenos días —saludó al delgado hombre de cabello azabache que se encontraba de espaldas.

—¿Qué tal? —devolvió Itachi.

—Mmm —el rubio torció la boca, mostrando con el gesto que no se encontraba del todo bien.

El Uchiha suspiró—. No te culpo, estoy igual —se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la mesa con los platos en mano.

—¿Y Hidan? —cuestionó el ojiazul, tratando de evitar el tema del porqué de las ojeras tan marcadas del azabache.

—Se está duchando —contestó después de bostezar.

—¿Preguntaban por mí, bebés? —el albino se mostró en el umbral del pasillo mientras se pasaba la mano por el cabello, tirándolo hacia atrás.

—Por Dios —Deidara se golpeó la frente.

—Jashin —corrigió el ojivioleta.

El rubio rodó los ojos—. ¿Podrías ser decente y ponerte algo de ropa?

—¿Por qué? Soy un hombre libre —se meció de un lado al otro, haciendo que su miembro repitiera el movimiento, acción que logró deformar los rostros tranquilos de sus amigos en unos de disgusto.

—¿Sabes qué? Yo también soy libre... Libre de llamar a la policía —dijo el joven Kamiruzu con el celular en mano.

—¿Ah, sí? ¿Y qué le dirás? Señor policía, mi amigo está en bolas —puso la voz aguda, intentando imitar al ojiazul.

—¡Imbécil!

Se abalanzó sobre su amigo y comenzó a jalarle el cabello. Por su lado, Hidan no se quedó quieto y comenzó también a tirar del pelo rubio.

—Ya —Itachi se cansó de los dos, por esa razón, los golpeó con una cuchara—. Deidara —llamó, pero el nombrado siguió con los tironeos hacia su amigo peliblanco—, déjalo, si sigues así lo dejarás calvo. Y tú —apuntó a Hidan—, ponte algo, nadie quiere ver tu maní. 

—Crece cuando me calien... ¡Auch! Ya entendí, ya voy. Rayos, malditos sádicos, los detesto, ojalá... —se quejaba mientras caminaba hasta su habitación y provocaba la risa de sus compañeros.

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—¡Ah! —suspiró Hidan luego de terminar el desayuno—. Estaba delicioso, Itachi.