1. ¡Soy una bruja!

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Un fuerte ruido se escuchó sobre aquel impecable escritorio negro, era el golpe de una mano delgada que, aunque podría a veces lucir muy delicada y elegante también puede hacer temer a cualquiera.

— Si, soy una perra, una dictadora, ¡Soy una bruja! — Sus dedos enumeraban las distintas formas que tenían sus empleados de llamarla — y no sé qué otro apodó más se les haya ocurrido, me da igual, no me importa en lo absoluto la opinión que puedan hacerse de mí, pero, en algo si no tengo precedentes y eso es en mi trabajo.

Su paso se sentía más fuerte sobre el piso cada vez que iba y venia de un lado a otro agitando sus brazos en el aire.

— Sabes muy bien lo que he luchado para llegar hasta aquí ¡Tú has sido testigo de esto! En este proceso me has visto crecer y caer y caer de nuevo, pero aquí sigo, aquí seguimos las dos, de pie y esos cretinos no van a hacer que caiga de nuevo. No lo permitiré.

Con mirada confundida Rosanne Park pensaba en el épico discurso que acababa de dar su amiga. Era raro que estuviera hablando más de la cuenta, pero le parecía más raro aún que no la haya corrido de su oficina todavía, Lalisa nunca le permitía estar mucho tiempo allí. En este punto era mejor para ella no preguntar que había detonado la aparición de esa aura oscura y casi en llamas que rodeaba a la "Bruja".

El ambiente seguía en tensión o más bien la pelinegra continuaba agitada con la mirada clavada en el ventanal de vidrio que dejaba ver las oficinas de sus empleados.

Aclarándose la garganta Rosé habló — Me da un poco de miedo preguntar que te tiene así esta vez — Hizo una corta pausa esperando una respuesta que no llegó — ¡Oh! Vamos solo cálmate Lalisa, No digas todo eso de ti, aunque bueno... — Su tono de voz cambió a uno más burlesco hasta que sintió un pequeño golpe en su hombro, la pelinegra la miraba con cara de pocos amigos — bueno quizás si eres un poquito de todo eso — Rosé fue con su mejor sonrisa de inmediato a abrazarla de lado llegando a contagiar a su amiga del buen ánimo — lo único que sé, es que eres una hermosísima mujer, súper sexy, fuerte, decidida, un poco mandona quizás, muy mandona y la mejor de las amigas que he tenido en años, eres mi hermana, mi unnie.

Y mientras una afianzaba más su gesto cariñoso la otra trataba sin mucho esfuerzo de escaparse de allí.

— Yah, deja lo sentimental.


Su amistad nació cuando Rosé se encontró un cuaderno lleno de muchos dibujos en uno de los asientos del parque de la universidad, no sabía a quién pertenecía tan interesante objeto, pero su curiosidad era tanta que comenzó a buscar el dueño o dueña preguntando a todos los estudiantes de las distintas carreras. Publico en sus redes sociales y en la de grupos estudiantiles, pego carteles en todos los espacios que le fue posible y de esa forma dio con el paradero de Lalisa, quién la interceptó días después en la biblioteca extendiendo su mano para que le entregará lo que era suyo. Habían transcurrido ya siete años desde ese momento que más que amigas las hizo hermanas.

Su pasión por el arte nunca desapareció y aunque por miedo al pasado no se atrevía a estudiar directamente una carrera artística eso no le impidió ingresar en cuanta conferencia, diplomado o taller que hicieran en la universidad relacionado al arte. Graduada en gerencia empresarial y en publicidad y mercadeo, Lalisa Manoban y Rosanne Park lograron ingresar a la vida laboral a una de las galerías más prestigiosas de Seúl. En este punto quizás ayudó un poco la amistad que la señora Park tiene con la esposa de uno de los socios mayoritarios del lugar. Por más que se negaron en un principio a recibir esa ayuda de parte de la madre de Rosé, terminaron aceptando, ambas sabían que el mundo del arte se maneja por conexiones.

Habían pasado unos dos años desde que ingresaron a Art's Company. En el tiempo que llevaba trabajando allí como gerente del equipo de Curaduría y Montajes, Lalisa se esforzaba en organizar tantas exposiciones de arte, trabajando con una gama de artistas reconocidos a nivel mundial, así como críticos, historiadores y demás profesionales de este campo.

Rosé por su parte, era artista plástico, se la pasaba participando en cuanta exposición le fuera posible al mismo tiempo que ejercía su cargo como gerente del departamento de publicidad de la galería. Siempre estaba trabajando de la mano con su amiga.

Muy secretamente Lisa seguía insistiendo en crear arte, era algo que la conectaba profundamente consigo misma y con el poco recuerdo que le quedaba de su madre. Y a diferencia de Rosé que se la pasaba mostrando sus trabajos, ella prefería expresarse en aquel cuarto lleno de tintas y pinceles, de lienzos y con un intenso olor a trementina llamado taller. Ese lugar representaba un gran escape para su realidad, para las presiones que sentía.

Su espíritu joven y rebelde de hace unos años la hizo mudarse a Corea bajo una gran mentira que seguía manteniendo hasta ahora, le mentía al único ser que era su familia y que sabia la amaba.

¿Amor? ¿Por qué si tanto decía amarla no la dejaba expresarse con libertad? No podía entender nada de las actitudes de su abuelo y aunque lo apreciaba inmensamente tampoco soportaba estar a su lado obedeciendo dócilmente su voluntad.

— ¿En que tanto piensas Lisa? Es hora de irnos.

Era mejor no seguir pensando en su pasado, esos recuerdos solo la llevaban a amargarse la existencia. 




Hola^_^

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Hola^_^

Regreso con la bruja😅

Espero puedan darle amor a esta historia <3

y AMOR significa votar jajjaja

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