Tal vez como primera impresión aquello no funcionó a gusto del pelirrojo, pero ahora, el día martes encontraba cierta frustración porque ni siquiera alcanzaba a llamar la atención del muchacho que había llamado su atención el día anterior y sus amigos empezaban a notarlo.
El rubio estaba fascinado con la plática que estaba teniendo junto a sus nuevos amigos y su mejor amigo, le escuchaban hablar sobre lo que le gustaba sin juzgar ni nada.
—. ¿Tú hiciste el cover de Daechwita? Qué envidia, te salió una obra de arte. — La rubia tenía un brillo de emoción en sus orbes claros cada que hablaban.
—. También hace fanarts y covers con la guitarra, estás frente a un tipo que derrama talento. — Las palabras del castaño provocaron un rubor en las mejillas del joven rubio.
—. ¿Tocas la guitarra? Cool, yo aprendí a tocar el bajo hace bastante tiempo y terminó siendo un pasatiempo. — El más alto de todos dejó su sandwich sobre la mesa en la que se encontraban desayunando, el receso era largo y lo agradecían pues podían platicar bastante y conocerse mejor.
—. Debes mostrarme, yo siempre quise aprender a tocar el bajo. — Las risas del ojizafiro eran un poco tímidas aún, por la falta de costumbre a abrirse socialmente.
—. ¡Oh! ¡Quería mostrarte algo! — La emoción de la única chica del grupo llamó la atención de los demás, pero principalmente la del rubio.
Tardó unos segundos cuando sacó una cajita de color negro bien cuidado con un par de calcomanías de Kuromi en la tapa, esta última fue retirada con cuidado, sacó unas imágenes plasmadas en aquel cartón especial coleccionables que venían en los álbumes de la banda por la que compartían un gusto particular.
Se las pasó al ojizafiro que no dudó en tomarlas, las pasaba una por una encantado con cada imagen, había tenido la suerte de que muchas ya las tenía porque sus padres lo amaban lo suficiente como para comprarle sus álbumes o ayudarle a completar sus cuentas para comprarlos él, casi siempre se los pagaba con buenas calificaciones o ayudando en casa con su hermana.
Todo se habría mantenido en aquel ambiente positivo con buenas vibras, risas tontas y un que otro comentario estúpido por parte de Dave si no fuera porque se había acercado el colorín de ojos color esmeralda. Es que, a ver, a ojos del rubio, el pelirrojo si era bastante atractivo y no había una razón para negarlo, el problema era que si lo que sus amigos decía era verdad, era seguro que debía tener unas actitudes que no serían del todo de su agrado.
—. De acuerdo, creo que no empezamos bien, nuevo. — El ojiesmeralda le quitó las photocards de la mano y de un movimiento, bastante ágil a decir verdad, las lanzó de vuelta a la cajita.
—. Supongo que no captaste la indirecta, no me interesa hablar contigo. — Al instante el gesto del rubio formó una mueca que expresaba cierta molestia ante la presencia del contrario.
—. Creo que es mejor que estar escuchando a Courtney sobre sus chinos gays, sabes? — Sin saber lo que provocaría ese comentario se atrevió a hacerlo finalizando con una risa sarcástica.
—. A mí también me gustan esos chinos gays, sabes? — Concluyó el rubio mientras se levantaba de su banca mirando al pelirrojo con disgusto. —. Y solo acabas de demostrar el punto por el que no quiero dirigirte la palabra, hueles a xenofobia, racismo y homofobia interiorizada.
Todos los presentes quedaron boquiabiertos por las palabras del rubio nuevo, el muchacho solo tomó su mochila para irse de la cafetería con una expresión de disgusto, los demás chicos en la mesa también recogieron sus cosas para ir detrás del de orbes azules.
Tras el colorín llegaron los dos azabaches, uno de rizos y piel morena, otro de piel pálida y orbes color hazel. La sonrisa del último era de pura maldad, a pesar de que el chico fuera su mejor amigo del alma, siempre iba a disfrutar burlarse de sus desgracias.
—. Es Army. — Concluyó el de cabellos rizados sentándose sobre la mesa y cruzando sus brazos sobre su pecho.
—. Vaya, si tú no tienes oportunidad, la tendrá Steven o Courtney. — Ambos azabaches no pudieron retener sus carcajadas ante la expresión aún un poco perdida de su amigo de orbes color esmeralda.
Debía confesar que ahora más que nunca ansiaba resolver esa situación, pero sería tan difícil sabiendo la imagen tan horrible que le había dado al hermoso chico de orbes color zafiro que parecía tener un gran aprecio por esa banda de chicos.
—. Necesito hablar con Steven.
Unas simples palabras lograron que los contrarios entendieran a lo que se refería con hablar, no eran fanáticos de la idea de rebuscar información como el fbi para impresionar a alguien pero querían ver a su mejor amigo intentando esa estupidez.
Los tres retomaron camino a su mesa donde se habían quedado los únicos rubios, el de ojos hazel fue donde el más alto para sentarse a su lado subiendo sus pies sobre la mesa, los dos restantes se sentaron a los costados del más bajo.
—. ¿Qué tan mal estuvo? — Cuestionó el rubio de menor estatura con cierta inocencia recibiendo una mirada filosa por parte del pelirrojo pero logrando arrancar risas de los pelinegros.
—. Decir que estuvo mal es poco, fue el rechazo cósmico. — El rizado alzó sus manos haciendo el sonido de una explosión, eso había logrado que las risas sólo fueran en aumento cada vez más.
—. Eso no importa. Steven, necesito tu ayuda. — Los orbes de color verde esmeralda se fijaron en el más bajo, el rubio sabía que no podía negarse porque sabía de lo que era capaz el mayor con tal de conseguir lo que deseaba.
