Sus audífonos llevaban la música a todo volumen, entraba haciendo un concierto en su cerebro y estimulaba a que sus cuerdas vocales dejaran escapar pequeñas notas de lo que iba escuchando.
Su uniforme iba pulcro, una camisa de color blanco perloso junto al pantalón de vestir negro al igual que sus zapatos, como extra siempre llevaba aquel cardigan de color lila con un brochecito de un conejito rosa de una marca conocida, los peluches de esa banda tan popular. Dicha banda era la que sonaba en sus audífonos en su camino a su escuela, solía ir a pie porque disfrutaba el caminar mientras escuchaba música.
Primer día de clases, Kurt Cobain se había cambiado de institución por culpa de su mejor amigo, Dave Grohl, el muchacho de cabellos castaños y él tenían casi dos años sin estudiar juntos, por ser su primer año del bachillerato sus padres decidieron que tal vez ir juntos les haría el año más ameno.
Al estar frente a las puertas del complejo educativo se quedó de pie, con su mirada perdida en algún punto de la calle, esperaba a la llegada de su mejor amigo y agradecido con el de arriba cuando lo vio aparecer.
Guardó sus aparatos musicales en su bolsillo junto a su celular y se acercó al chico de cabellos largos de color castaño y ojos oscuros, ninguno de los dos podía retener la emoción de estar juntos otra vez para estudiar, chocaron sus puños antes de empezar a caminar dentro de la institución.
—. Hay una chica en nuestro salón que seguro te va a caer bien, ella me incluía a sus grupos cuando no estabas aquí. — La voz de su amigo se notaba bastante alegre, le dedicó una sonrisa amable mientras cruzaban los pasillos.
—. ¿Por qué crees eso? — El rubio se acomodó su cabellera rubia con una mano cuando cruzaron la puerta que daba entrada a su salón de clases.
El castaño más alto hizo una seña con su mano para que esperara, fueron a tomar asiento a los pupitres que se encontraban en medio de las filas, ahí por el tercero o cuarto, no tenían ningún interés en ser parte del desorden pero tampoco los nerdazos de la clase.
Poco a poco el salón se empezaba a llenar, una muchacha de cabellos rubios teñidos y ojos de color turquesa se adentró al lugar junto a un chico bastante alto, era castaño de ojos azules. Ambos fueron hacia Dave, la chica casi que saltaba con euforia.
No fue hasta que la chica dejó caer su mochila en el pupitre frente a él que notó porqué quizás su amigo decía que había una muchacha con la que podría formar una bonita amistad.
—. ¡Me encanta tu mochila de BT21! — No pudo retenerse el comentario logrando llamar la atención de la rubia, ésta tenía una expresión de sorpresa y felicidad al mismo tiempo.
—. ¿Tú eres Kurt? ¡Dave me habló mucho de ti! — Fue directa hacia donde estaba el rubio para sentarse en el pupitre dónde había dejado su mochila pero mirando hacia atrás. —. Me llamo Courtney.
—. Es un gusto, Courtney. ¿Dónde la conseguiste? — Su dedo señaló la mochila de la chica que estaba muy emocionada por empezar a hablar de algo que le gustaba.
—. La compré en una tienda de importaciones que está en el centro, también compré un póster de Taehyung. — Las manos femeninas daban ligeros golpecitos al pupitre del muchacho nuevo.
—. ¿Te gusta Tae? A mí me gusta Namjoon, y también Jungkook. — Señaló el broche en su cárdigan que hacía un hermoso contraste de colores.
Su conversación se vio interrumpida cuando por la puerta se cruzaron varios muchachos con el uniforme un poco desordenado, un rubio teñido de ojos azules bastante alto, un pelinegro de ojos hazel, un moreno de cabello rizado, otro rubio un poco más bajo que el resto y un pelirrojo de ojos verdes.
—. Ew, ellos son a lo que no quieres acercarte. — Por fin escuchó de vuelta la voz de su mejor amigo que le hizo voltear. —. ¿Ves al pelirrojo? Se llama Axl, le encanta molestar a Courtney por ser Army.
—. Oh, es uno de esos... No te preocupes, no me interesa saber de ese tipo de gente. — Aseguró el rubio con una ligera mueca de disgusto deformando sus facciones.
Sin embargo, por el lado del grupo de chicos que acababa de llegar todos se fueron a sentar al fondo del salón mientras reían o hacían bromas absurdas.
—. No sabía que Grohl tenía más amigos aparte de Courtney y Krist. — La voz del pelinegro de ojos hazel hizo que el bullicio de sus amigos se detuviera.
La atención de todos fue hacia el grupo de donde se encontraba el castaño junto a los mencionados y un rostro nunca antes visto para ellos.
—. Oh-oh, Axl, te estás viendo demasiado gay. — Advirtió el rubio teñido más alto evitando una risa escandalosa.
—. ¿Con qué derecho lo dices tú? — Los regaños del pelinegro siempre lograban callar cualquier comentario fuera de lugar.
—. Lo siento, mi amor. — Bajó su mirada hacia la mesa del pupitre como perro regañado, eso fue lo que provocó las risas de sus amigos.
—. Es lindo y ya, callense antes que la maestra venga y nos ponga un reprobado desde ya. — El colorín logró poner cierto orden, aunque él tenía toda su atención en aquel hermoso muchacho de ojos azules.
Las horas de clases se habían pasado en presentaciones, el cómo iban a trabajar, qué cosas debían llevar para hacer sus trabajos y apuntes lo más decentes posible, en fin, pura palabrería que ya sabían de memoria.
Cuando el timbre de salida sonó todos suspiraron con satisfacción, ya estaban hartos de aguantar esa tortura medieval.
El pelirrojo se levantó con decisión colgándose su mochila sobre el hombro, fue hacia el pupitre del rubio de ojos color zafiro bajo la atenta mirada de los pocos alumnos restantes en el aula.
—. Hola, soy Axl. — Dejó caer la palma de su mano sobre la mesa del pupitre donde hacían todos los plumones, plumas, colores y lapiceros del chico nuevo, éste solo apresuró a meter sus cosas a la mochila y colgarsela en el hombro.
—. Y yo tengo cosas que hacer. — Se encogió de hombros restando importancia a la situación, una sonrisa cínica curvó sus labios mientras tomaba paso junto a su mejor amigo y sus nuevos amigos.
El simple hecho de haber dejado al mismísimo William Bruce Rose con las palabras en la boca hizo que todos se mostraran sorprendidos, principalmente su grupo de amigos que estaba intentando retener las risas por aquel rechazo cósmico.
