C27 • Ya Viene

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El día de la boda llegó, pero esas dos bellas aún seguían en la cama, dándose cariños, escuchando la melodía de los pajaritos a través de la ventana abierta, disfrutando de la paz y tranquilidad de la mañana cuando solo ellas dos estaban despiertas.

El día de la boda llegó, pero esas dos bellas aún seguían en la cama, dándose cariños, escuchando la melodía de los pajaritos a través de la ventana abierta, disfrutando de la paz y tranquilidad de la mañana cuando solo ellas dos estaban despiertas

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Elena: La nena no para de moverse. Creo que siente nuestra emoción por este día.

Aracelis: Que cosita más bella (sonrío acariciando su vientre, sintiendo esos movimientos) Quiere acudir a la boda. Pero tienes que esperarte unas semanas más, ¿escuchaste pequeña Miriam?

Elena: ¡Ayy! (exclamó sentándose rápidamente, alarmando a Ara)

Aracelis: ¿Qué pasa? ¿Te dio dolor?

Aracelis: ¿Qué pasa? ¿Te dio dolor?

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Elena: No creo.. ya pasó, solo fue una fuerte patada..

Aracelis: ¿Segura? Podemos ir con la Dra. Ortiz a que te revisen.

Elena: Segura mi amor, ya se calmó, pero creo que ya es hora que nos levantemos y nos empecemos a arreglar  ¡Hoy es nuestra boda!

Aracelis: ¡Ayy! (soltando esa tierna risa que derretía a Elena) ¡Estoy tan feliz! Vamos, baño primero.

Un baño lleno de caricias y de amor, como era costumbre para ellas, y despues llegó ese ligero caos lleno de emoción, ansias, y algo de nervios para ambas.  Nancy, Don Juan, y Jorge se encargaban de entretener a Odette y de supervisar todo para la ceremonia íntima que se realizaría en su jardín, que todo quedara a la perfección con las decoraciones que Ara eligió, y el menú preparado por Elena.  Solo familia y amistades cercanas las acompañarían en este momento especial.  La unión era algo sumamente importante para ellas y querían privacidad, sin el circo de la prensa involucrado.

Faltaba poco para la ceremonia, y los invitados ya habían llegado.  Aracelis y Elena aún se encontraban en su habitación, sentadas en la cama dándose los últimos toques.  Elena arreglaba el pelo de Ara, mientras Ara le colocaba el labial.

Elena: Ya, listo.  Te vez hermosa, mi amor.

Aracelis: Ay, mi vida, tu luces radiante con esa pancita.  Me muero de amor por ti.

Elena: Y yo por ti, pero ya, si no voy a empezar a llorar (dijo respirando profundo para calmar los nervios)

Las dos se veían hermosas en sus atuendos ese día, sus estilos reflejos de sus personalidades. Elena en un vestido suelto de encaje que resaltaba su bella pancita, y Aracelis en un enterizo blanco con capa, que acentuaba sus sensuales curvas.

  Elena en un vestido suelto de encaje que resaltaba su bella pancita, y Aracelis en un enterizo blanco con capa, que acentuaba sus sensuales curvas

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Aracelis sonrió llena de ternura y le dio un suave beso a Elena.  Tomadas de la mano bajaron al jardín.  Una ceremonia llena de emociones, de promesas, de amor, y con el sello de un beso la vida de esas dos hermosas quedó unida ante las miradas de sus seres queridos.

La celebración comenzó, llena de alegría, deliciosa comida, y buena música. Elena y Aracelis caminaban entre los invitados, saludando y agradeciendo por compartir este día con ellas, cuando la mirada de Ara cayó en esas dos bellas mujeres.

Aracelis: Mira amor, allá están Paz y Dalia.

Elena: Ay, vamos con ellas.

Las dos caminaron hacia la mesa donde ellas se encontraban, y al notarlas Dalia y Paz se levantaron a abrazarlas, pequeños gritos y risas de emoción naciendo de todas. Tenían un par de meses de no verse. Elena y Ara habían atendido la boda de ellas, formando una hermosa amistad entre todas desde entonces, cosa que les causaba gran felicidad a Paz y Ara, pues sus mujeres podían ser un poco complicadas y los celos se asomaban de vez en cuando.

Paz: ¡Pero que mujeres tan divinas!

Dalia: ¡Se ven hermosas, felicidades!

Aracelis: Ay, que lindas. Que gusto verlas de nuevo.

Elena: Si, gracias por acompañarnos este día.

Dalia: No nos lo perderíamos por nada del mundo, ¿cierto amor? (tomando su mano)

Paz: Así es, mi cielo (mirándola con tanto amor que hizo a Elena suspirar, y recordar algo)

Elena: Ya que estamos todas aquí, quería comentarles algo.  En ese viaje a Puerto Vallarta mi vida cambió por completo.  Paz, cuando tu dedicaste esa canción a Dalia se que era un momento muy especial para ustedes, pero sin comprender por que en ese entonces también lo fue para mi.  Fue justo ahí, escuchando cantar a Aracelis por primera vez, su voz angelical, la manera que bailaba, su bella sonrisa, fue en ese instante que ella se metió en mi corazón.  Paz, Dalia, yo estaré eternamente agradecida con ustedes, siempre serán parte de nuestra historia de amor.

Dalia: ¡Ay, que linda!

Dalia abrazó a Elena, quien todo el día había tratado de controlar sus emociones que estaban a flor de piel, pero ya no pudo más, y dejó salir su llanto lleno de felicidad, unas lágrimas escapándose de Dalia también. 

Aracelis: ¿En que lío nos metimos, Paz? (cuestionó, observando a Dalia y Elena aún abrazadas llorando)

Paz: En el mejor lío de nuestras vidas. Nuestras consentidas son unas hermosas.

Aracelis: Lloroncitas, pero unas bellas.

Paz y Ara se miraron y soltaron una carcajada, caminando hacia sus amores, uniéndose a ese abrazo.  La pequeña Odette llegó con ellas, pidiendo un baile cons sus dos mamás, y las tres caminaron hacia la pista tomadas de la mano, sonriendo al escuchar esa canción que le pidió al DJ.

Elena: ¿Terremoto otra vez? (preguntó alzando la ceja)

Odette: Si, es mi favorita, y ya la sabes bailar bien, ¿verdad mami?

Aracelis: Yo diría que muy bien.

Elena: ¡Ara!

Aracelis: ¡La canción! (soltando una carcajada)

En medio de ese baile Elena se detuvo, su rostro se puso pálido, poniendo sus manos sobre su vientre de manera protectora. La sonrisa de Ara desapareció de su rostro al notarlo.

Aracelis: ¿Amor? ¿Qué pasa?

Elena: ¡Se me rompió la fuente, la bebe ya viene!

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