Capitulo 1 -Información

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Mentiras y engaños estamos llenos de ellos, pero ¿cómo podemos saber lo que es mentira y lo que es verdad? Si existiera la respuesta, esta historia no existiría al igual que muchas otras. Quizás el destino no es real y solo estamos siendo controlados por personas más poderosas que nosotros o quizás si existe el destino, en cualquiera de los casos nuestras decisiones siempre son controladas directa o indirectamente por otros y nos llaman egoístas a quienes queremos controlar nuestra propia vida.

Arlet

Todos nos ponemos máscaras a diario. Dicen que quien se pone una máscara es falso, pero qué tal si en realidad esto es parte de nuestra naturaleza. Cuando nos sentimos poderosos actuamos de cierta forma, cuando estamos triste somos débiles y vulnerables, cuando nos enojamos actuamos sin pensar, esas son máscaras que nos ponemos dependiendo a como nos sentimos. Ponerte una máscara para no salir lastimado es ser falso mientras que fingir en las redes sociales no es ser falso, más bien lo llamamos ser influencers.

Tienes que creer que es cierto para poder mentir, todos pensaban que yo era poderosa, que tenía todo controlado, en realidad esto solo era una máscara, quizás las máscaras son nuestra identidad y solo les llamamos mascaras porque no nos gusta lo que vemos, pero todo se resume en un quizás.

Termine de arreglarme para ir a la escuela. Ya estaba lista para todo lo que íbamos a enfrentar hoy, o al menos eso creo. Mi padre no sabe que lo sabía, eso estaba a mi favor tuve desde ayer para prepararme mentalmente.

-¿Ya estás lista? - pregunto mi hermana abriendo la puerta

-Siempre, ¿tu? – ambas fingíamos demencia, actuando como si no supiéramos que la otra sabe lo que paso ayer, al menos yo sabía lo que ella hizo puede ser que ella no sepa lo mío.

-Si...- dijo poco convencida de lo que salía de su boca- Se te ve bien ese peinado hacen resaltar tus ojos miel- estaba casi tan distraída como ella que solo asentí con la cabeza.

-Bueno es hora- finalmente dije.

Ambas salimos de mi habitación, y bajamos bastantes escalones para llegar al auto que nos iba a llevar al Instituto. El chofer que conducía hoy nunca lo había visto antes tenía los ojos de color aceituna, y la verdad era demasiado joven para ser conductor lo cual genero cierta desconfianza en mí, nuestros choferes eran usualmente personas grandes a las que ya no las aceptaban en casi ningún trabajo y por eso aceptaban trabajar por un sueldo tan mediocre como el que mi padre les proporciona.

-Hemos llegado- dijo el chofer.

-Gracias- dijo mi hermana y salió del coche.

Yo me quede viendo en el espejo retrovisor sus ojos. Algo andaba mal él no me daba nada de confianza en sus ojos se veía cierto tipo de oscuridad que solo he visto cuando me veo en el espejo. Sonreí como despedida para que en el caso de que el estuviera haciendo algo propio de descubrir él no supiera que yo sabía que había algo mal.

Salí del auto y como había predicho, las miradas se posaron en nosotras. Las hermanas Sallow, una era vista como buena mientras que dentro de ella todo se quemaba y no tenía miedo de quemar a otros, la otra era más difícil de descifrar, pero de lo poco que dejaba ver había poder, lo que no saben era que el poder que ella tenía provenía del infierno que vivía. Aunque las dos en estos momentos éramos vistas como iguales, estábamos siendo juzgadas y criticadas por las mismas noticias.

Los murmullos, las miradas, las criticas me empezaron a atrofiar, pero recordé que si no lo veían no existía.

-Camina- le dije a mi hermana, en su cara podía ver que le pesaba, le pesaba fingir en todos los sentidos posibles.

-¿Somos repugnantes? - sus ojos gritaban inocencia, gritaban dolor. Puede ser que ella realmente sentía eso, pero yo conocía el otro lado de la moneda.

-Todos lo somos.

Y con eso empezamos a caminar entre todos los demás estudiantes, a pesar de ser la hermana mayor mi hermana era más popular afuera, yo era más popular dentro, es decir, yo era más conocida por los socios de mi padre o cosas que no incluyeran al instituto y sus cotilleos, yo era la heredera después de todo era lógico que las influencias de mi padre supieran más de mí.

Quien diría que heredar iba más allá que de fortuna y bienes.

Todas las clases transcurrieron, aunque los profesores hablaran yo seguía absorta en mis pensamientos, todo había pasado tan rápido no entendía nada, pero lo que menos entendía era porque mi hermana había hecho lo que hizo sabiendo que le iba a afectar, ¿Cuál era el punto? Además, si no era tan importante ¿Por qué mi padre no se había presentado en la casa desde la noche? Siempre he tenido la necesidad de saberlo todo, de controlarlo todo, de asegurarme de nada puede alterar mi vida, de saber que nada me va a dañar y esta vez no era la excepción. Tenía que encontrar la manera de sacar información sin que nadie sepa que fui yo.

-Arlet ¿me podrías decir la respuesta? - me pregunto la proferida mientras que ni siquiera sabía la pregunta.

-No- dije firmemente

-Necesitas prestar más atención a clase- respondió co una cara fastidiosa. Me recordaba a mi madre dándome críticas disfrazadas de consejos.

-Arlet ¿es cierto que también de te ganas la vida como tú tía? Siendo una...- oh no a mí no me vas a manchar con esa mierda.

-Termina esa frase y estas muerto- le dije al estúpido chico con sonrisa arrogante que había dicho eso.

-¿Qué vas a hacerme? Rasguñarme la cara con tus delicadas uñas- todos ven como una desventaja ser mujer, pero para mi es perfecto que te subestimen así nunca se van a esperar que ataques- ¿Qué decía? Así hablábamos de como Arlet también es una zorra- Eso colmo mi paciencia me pare de mi asiento y me dirigí hacia el lo mire fijamente, en mi mente solo aparecían distintas formas de hacerlo sufrir, el poder viene de hacer lo suficiente para hacer que te respetan no de dar todo lo que tienes, entre más subestimen más poder vas adquiriendo. Así que decidí bajarle su ego y hacer lo suficiente.

Levanté mi mano y le di una bofetada.

- ¿QUÉ TE PASA? ESTAS LOCA- murmullos comenzaron a surgir, de nuevo. Criticas, voces, susurros, bocas hablando pero ninguna sabiendo la historia, la verdad, el porque.

- Arlet...- trato de hablar la directora, pero la interrumpí

- A la dirección lo sé- tomé un respiro dudando si debía de hablar o no- El también debería, pero como sabía que usted no iba a actuar tuve que defenderme yo- dije saliendo del salón, en ningún momento vi a aquel chico saliendo del salón o entrando a la dirección donde yo me encontraba. Confirmando lo que le había dicho a la maestra.

Estaba sentada esperando a que el director se desocupará para que me pudiera dar la charla de respetar a los demás y es mierda, entonces lo que menos me espere que pasará paso. El chofer que hoy nos había llevado a la escuela estaba ahí enfrente de la entrada de la dirección sus ojos estaban repasando todos los lugares posibles como si buscará a alguien.

Rápidamente me escondí atrás del escritorio de la recepción era obvio que el sabía que yo estudiaba aquí, pero sentí la necesidad de esconderme.

Y ahí comenzó todo, queriéndolo saber todo, queriendo controlar todo...

La última batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora