En dos días me iba a reunir con alguien para que descifrará los códigos del micrófono y me pudiera comunicar lo que decía, lo podría haber hecho yo, pero estaba tan agotada mental y físicamente que acepte que necesitaba ayuda y la información en él era demasiado importante como para tener errores.
Deje una carta ayer en la noche en el parque Montpellier donde decía que, si no se comunicaba conmigo el jefe de Alexander, lo mataría a Alexander, necesitaba medir su nivel de relación, que tan unidos eran y más importante si eran familiares. Así que hoy que me fuera a visitar al punto de encuentro, lo leería. Iba a asistir quizás no él físicamente, pero alguien en su lugar lo iba a hacer y lo importante era que el mensaje llegará a sus ojos.
Pero este momento me ubicaba en una conversación, con una persona demasiado despreciable y en un chasquido regresé a la realidad.
-¿Me acompañas?- preguntó mi padre como si tuviera otra opción, como si decir no fuera una elección que podía tomar.
Hoy en la mañana mi padre había recibido otra llamada amenazándole con los archivos que me robaron, pero esta vez era diferente, la amenaza consistía en revelar los puntos donde las empresas que nos ayudan a mover el dinero se ubicaban pero el problema no eran las empresas sino que en una de ellas se ubicaba la bodega donde mi padre esconde todo, sus secretos más profundos y en las manos de nuestros rivales y los enemigos de mi padre esto lo destruirá y por consecuencia a nosotras también incluyendo a mi madre.
No era fácil de descifrar donde se ubicaba la bodega todo estaba muy bien encriptado, traté de hacerlo, pero por esta ocasión entre menos supiera sería mejor. Y como siempre cuando mi padre ve la mínima posibilidad, aunque sea diminuta de ser descubierto la elimina, pero como yo soy la culpable ante sus ojos tengo que acompañarlo, en otras palabras, yo seré la distracción del amenazador en realidad seré la distracción de todos, mi padre piensa que soy estúpida, pero sé que en esa bodega hay más que solo secretos.
-Como si tuviera opción- deje pasar tiempo, quería que la tensión disminuyera- Tengo que ir a la escuela- suplicaba porque me dejará y no pusiera resistencia. Asintió así que inmediatamente me dirigí hacia las camionetas.
A pesar de odiar como nos daban clases y las clases ese era el único lugar donde me acercaba más a ser lo que alguien normal de mi edad es. No me malentiendan adoro la posición en la que me encuentro, me gusta el poder que poseo lo que no me gusta es esta casa, esta estúpida familia donde todo el control se concentra en mi padre, donde no puedo ser libre, donde estoy atada a guardar secretos por el resto de mi vida.
-¿Como va el abdomen?
-Igual que la relación con tu padre- eso me tensó demasiado, sentía como un escalofrío largo y oscuro recorría mi espalda.
-No te quieras pasar de listo- le advertí controlando mi impulso de golpearlo, de agredirlo, de obligarlo a disculparse. Desde ayer mi padre me ha tenido muy vigilada por eso le di el micrófono a Amelie, bueno ella no sabe que hay un micrófono en lo que le di, piensa que solo son pastillas y eso. No he podido descargar todo lo que ha grabado ese micrófono y cuando lo haga él se va a joder y lo voy a disfrutar demasiado.
Me metí al carro, me estaba desesperando esta situación, todo estaba a medias no había nada resuelto, no sabía quién puso la foto, no sabía para quien trabajaba Alexander, no sabía quién había robado los archivos, no sabía quién era él que estaba amenazando a mi padre, no sabía que otra cosa había descubierto Amelie cuando robo los archivos, joder ni siquiera sabía para que los había robado.
-No me lleves al instituto llévame a mi casa- mis manos estaban empezando a temblar levemente, así como todos los pensamientos me estaban aturdiendo estaba en una tormenta y cada gota que caía me susurraba que lo estaba haciendo mal, que era débil, que era patética, me decían todo aquello que quiero olvidar, me repetían esas palabras que ya están tan marcadas en mí que hasta heridas han hecho y no paraba nada paraba.
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La última batalla
Mistério / SuspenseElla quería poder equivocarse sin ser juzgada, ella quería acertar sin ser aclamada. Ella quería poder desatarse de aquellas reglas que dicen hacer al mundo mejor. Ella quería probar la maldad y la bondad sin ser castigada. Ella era una niña obligad...