PARTE CINCO

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Pequeños lazos de sol entraban ante aquella ventana, dónde un Rubio reposaba, mantenía su mirada fija en aquellos pequeños rayos de sol que se daban a conocer, recordando todo, aquella mirada clava en el incluso de una manera más incrustada que lo...

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Pequeños lazos de sol entraban ante aquella ventana, dónde un Rubio reposaba, mantenía su mirada fija en aquellos pequeños rayos de sol que se daban a conocer, recordando todo, aquella mirada clava en el incluso de una manera más incrustada que los hierros que un Albino clavo en sus corazones.

Esa mirada, esa que el tenía en su subcontine cómo la más dulce y la más oscura, ahora nisiquiera podría descifrarla...pero sabía que ella era, lo sabía

"Haré que sufras de la misma forma en la que yo sufri por tí"

Una frase, un toque en su pecho, y un latido, la de orbes negras había manipulado el último artefarcto,ella no lo quería muerto por fuera, lo quería por dentro, que sus corazones tuvieran ese dolor punzante que tuvieron los de ella...

—mnm,¿ señor meliodas?—pronunció la voy de la albina a su lado, quien Friscaba sus ojos y centrar lo mayor posible de su vista en el Rubio.

—lo siento, ¿te desperte Elizabeth?—dijo con una sonrisa para ver a la albina quien solo le sonrió y nego con la cabeza.

—¿cómo se encuentra? ¿Quiere que le traiga algo?

—no descuida,estoy bien—dijo el Rubio para después hundir su cabeza en los pechos de la albina.

—¡s-señor meliodas!—exclaro con pena y sonrojo la muchacha.

—T/N...—susurro con nostalgia vagamente el Rubio, por lo que la albina nisiquiera lo escucho.

—oigan usted ya es hora d- ¡capitan deja a la princesa!—habló un chico de cabellos castaños sobre un almohada.

—ya la dejó, la dejó, hay cómo si tú no quisieras hacer lo mimos con diana—habló el Rubio mientras se incorporaba, el chico empezó a tomar un color rojillo en sus mejillas aquella pálida piel no ayuda...

—¡n-no digas babosadas! ¡Yo sería incapaz de tratar a diana de esa forma! Ba-ban dice que bajen a desayunar—dijo el de orbes café para luego salir de la habitación bastante rojo.

El Rubio se vistió, y Simplemente salió del cuarto también, la albina solo un suspiro y luego se levantó de la cama para vestirse.

Se colocó aquel uniforme tan ajustado que tenía el lugar y tomó un cepillo para empezar a desenredar sus lisos y largos cabellos

—¿te ayudó?—la albina se exaltó dando un brinco, se volteo mirando a aquella chica...su amiga, o al menos así la considera ella.

—T/N-san que gusto verte—dijo con una gran sonrisa acercándose a la de cabellos /___/ correspondió levemente a auquel abrazo—no  crei que ya te hechaba de menos, el capitán ya se siente mejor—dijo con una gran sonrisa la albina—no lo pudieron lastimar de gravedad por suerte

—que bueno—habló con una leve sonrisa la de de ojos ahora /___/ su marca estaba desactiva.

—sí, aunque aún nadie sabe quién era aquella persona que los acompañaba...el señor meliodas esta muy raro desde eso—hablaba Elizabeth mientras le daba el cepillo de pelo a su...amiga.

Cuando rebasa la Copa {MeliodasYtú/ZeldrisYtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora