Capítulo 9

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Que alguien conozca tus debilidades y no se aproveche de ellas, es uno de los actos más hermosos que conozco. -Elena Poe.

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Sakura
«Soy de esas personas que aborrece su cumpleaños. Lo odio, un día que muchos consideran feliz siempre se ha convertido en el día que me condené. El 16 de marzo mi padre murió, Raita Naruse visitó mi hogar y me puso contra la pared para que fuera una de sus putas.

Nunca le dije a Kiko cómo perdí la virginidad con su padre, ni mucho menos cuando el muy maldito quiso ser el primero en extrañarme y probar la mercancía, para luego ser vendida y pedida entre sus mejores clientes.

¿Cómo no sentirme asqueada de mi misma? ¿Cómo soportar la sensación de ser tocada por manos rústicas y duras buscando solo su propio placer?

El siguiente 16 de marzo ya llevaba un año siendo la puta de la organización. La azotea de mi edificio se había convertido en mi sitio preferido, bailaba en el borde mientras bebía una botella de alcohol barato. Reía como maniática viendo al vacío, meditando la idea de si debía saltar o no.

"Salta y termina con esto. Salta..." -susurraba una vocecita maquiavélica en mi mente. "Salta".

-¡Saki! -me sobresalté y voltee creyendo haber imaginado la voz pero no fue así. -¡¿Qué estás haciendo?!

Ahí estaba Akiko, mi mejor amiga; la única a quien le importaba.

-Ya no lo tolero Kiko.

-Baja de ahí y hablaremos...

"Todo podría resolverlo con un salto. ¡Salta!". Cerré mis ojos.

-Lo siento Kiko.

-¡No! -salteé pensando que caería al vacío pero mi cuerpo golpeó contra el ladrillo y quedé colgando. Todo se hizo claro y miré a la persona que me sostenía de la muñeca con todas sus fuerzas para no dejarme caer.

Era Akiko.

Impúlsate! -espetó -Ayúdame a subirte o caeremos las dos y te puedo jurar que no te gustará compartir el infierno conmigo perra. ¡Si no lo haces no te le perdonaré nunca!

Sentenció y lo hice, luché para volver a la azotea. ¡No iba a morir! El corazón lo tenía acelerado y Kiko me subió.

-Kiko... -mi mejilla ardió cuando ella me cacheteó, sus ojos brillaban de furia y conmoción.

-¡¿Por qué lo hiciste!? ¡Que mierdas pensabas! ¡Tienes idea de que eres lo único que tengo, que si te pierdo me quedaré sola! -sus ojos no lagrimearon pero su voz se escuchó dolida y furiosa.

-Perdóname -supliqué llorando las lágrimas que ella nunca iba soltar. Me rodeo con su brazos y comencé a llorar en su hombro.

-Vamos a resolver toda esta mierda. Eres mi hermana Sakura y no te voy abandonar...

Los golpes en la puerta me sacaron de mi ensoñación provocada por los tranquilizantes, las pastillas siempre me llevaban a recordar esas partes de mi pasado que quería enterrar. Lo golpes eran persistentes y me levanté de la cama, cubriendo las pastillas con las sabanas. Me acerqué a la puerta y por la mirilla vi quien era el imbécil molesto.

Abrí la puerta y frente a mi estaba otro de mis dolores de cabeza, el atractivo imbécil que hacía mojar mis bragas.

-¿Dónde está Kiko?-espetó sin una pizca de cortesía.

-No lo sé, no siempre estamos juntas ¿sabías? -se adentró en mi departamento sin pedir permiso.

"Ahora me está jodiendo demasiado la paciencia".

-Pero debes saber dónde está.

-Raymond no lo sé y no es de tu incumbencia dónde esté ella, así que jodete. Ni siquiera pediste mi permiso para pasar a mi hogar.

-Se supone que se queda contigo. -siguió ignorando lo que le decía, todo para él siempre era Kiko y dónde encontrarla.

-¡A veces pero en otras ocasiones no sé en dónde mierdas se meta esa loca! -exclamé furiosa y ambos quedamos en silencio. Él era tan guapo, el tipo de hombre del cual caería en desgracia con mucho gusto. -Akiko no está pero si te quieres quedar a esperar por mí no habrá problema.

-Me voy. -"¡maldito infeliz!".

-Siempre me he preguntado si solo me rechazas por ser una puta o porque le tiras al otro bando.

El pareció enfurecerse y me besó con fiereza. El primero de los besos que él me daba y que de verdad me encantaba.

-No eres una puta, Sakurafubuki. -susurró en mis labios para luego alejarse y dejarme sola con los labios ardiendo por sus besos.

Raymond
La dejé sola, al acercarla a mi pude ver sus pupilas dilatadas. Ella no estaba bien pero no hacía nada por detenerla. "Plutarco hablaba de Cleopatra: Decían que su belleza no era deslumbrante -desde luego aquellos que la conocían no quedaban deslumbrados- pero cuando estabas en su presencia y hablabas con ella era irresistible".

A veces comparaba a Sakura con Cleopatra.

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Traducción:
Sakurafubuki: se refiere a la lluvia de pétalos de la flor de cerezo.

🥺❤️Sakura ha sufrido tanto...

©Tu Infierno es mi Paraíso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora