Capítulo 6

940 119 3
                                    

"En cada mujer vive un ángel, una bestia, una princesa, un demonio. La que despiertes es la que tendrás.
-ANÓNIMO.
////////////

-¡No te lo vas a llevar! -Dominika luchaba contra Sergei y él con rabia la golpeó en el rostro, no tan fuerte para desencajarle la mandíbula como la última vez.

-No tendré un hijo marica por tu culpa.

-¡Eres un desgraciado!

-No te olvides quien fue el que te dio aquél bastardo. -Dominika contuvo sus lágrimas, aborreciendo a Sergei en silencio. Aquél bastardo que la había comprado a su familia como si fuera un animal, cuando aún era una niña que no había ni cumplido los quince años, había hecho de su vida un infierno. La única luz que pudo obtener entre tanto dolor fue a su hijo Andrey y ahora pretendía volverlo igual que él.

-Te odio, no sabes cuánto. -Sergei rió. Dominika Petrova soportó demasiados abusos pero ni siquiera la peor tortura que su esposo pudiera hacerle lograba apagar su espíritu y ganas de seguir peleando.

-No me importa si me odias puta. Tú eres mía, siempre vas a ser mía y jamás podrás ser libre -la besó a la fuerza lastimándole el labio inferior y luego la apartó con brusquedad. -Es hora de que haga de mi hijo, un hombre....

Sergei salió de la habitación y fue hacia el helicóptero que lo esperaba afuera de la mansión, su hijo Andrey ya había sido subido a la fuerza; el muchacho quiso resistirse pero terminó siendo amordazó y lanzado al asiento. Andrey vio a su padre subir sentarse a su lado y apenas mirarlo.

El helicóptero los transporto al aeropuerto y se trasladaron a un jet dónde Andrey por fin fue liberado. Sus músculos los sintió entumecidos y las muñecas quedaron marcadas por las bridas que usaron para atarlo.

-¿A dónde me llevas? -preguntó entre dientes el muchacho.

-A un lugar donde serás convertido en un hombre de verdad. Te va gustar, te lo aseguro -dijo su padre con una sonrisa sombría que lo hizo tener aún más desconfianza.

El jet estuvo horas en el aire y cuando al fin aterrizaron Andrey supo que estaba en alguna ciudad de Rusia. Caminó en todo momento junto a su padre hacia la camioneta que los esperaba; Sergei no habló y el silencio era reconfortable para Andrey, lo ayudaba a pensar. Le gustaba imaginar como su padre moría de una manera lenta y dolorosa, esos si eran pensamientos felices.

Las calles eran frías y le daban escalofríos las altas montañas y todo el ambiente frío del lugar.

-Siberia sigue igual de preciosa, ¿no lo crees Andrey? -preguntó burlón su padre.

-Es un sitio feo y desértico. -resopló molesto.

-Entonces es perfecto, sabía que te iba a gustar -Andrey apretó su mandíbula y sus dientes se casi rechinaron. -En tiempos de la Unión Soviética, en Elgen había una explotación agrícola estatal. Ahora no crece nada, solo hierba. Mi padre me trajo aquí también, casi tenia tu edad.

-Oh, entonces es tradición -espetó en un gruñido.

-Puede decirse.

El auto siguió moviéndose hasta que llegaron a un horrible lugar, parecía un campo de concentración. El auto se detuvo y su padre bajo mientras que sus guardias sacaron a Andrey a la fuerza. El aire frio casi lo congeló porque no estaba vestido apropiadamente para protegerse del frio.

-¡Suéltenme bastardos! -gritaba furioso el muchacho, siendo arrastrado hacia el interior del edificio.

Los hombres lo tiraron contra el suelo a los pies de un tipo. Andrey miró las botas militares, alzó la mirada y vio a un tipo de ojos oscuros, cabello rubio encanecido pero enorme y macizo como un toro.

©Tu Infierno es mi Paraíso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora