1. Latido {C}

888 47 19
                                    

- He terminado. Con suerte, esto sería lo último - musité para mí misma mientras depositaba la última maleta, sobre el piso de mi nuevo departamento.

Este era el primer gran paso hacia mi independencia, lo que demostraría que, finalmente podría vivir sola. Tampoco despreciaba el gran trabajo que mis padres hacían cuidándome mientras vivía con ellos, pero no podía ignorar las ganas que tenía de disfrutar y manejar mi propia libertad.

No me quejaba, era todo lo que había querido y más, pero no podía dejar de tener inquietudes. Tenía nada más 20 años, no cumplía aún con la mayoría de edad "universal", y tenía que buscar un trabajo, pronto. Aún no conocía a nadie, era una nueva ciudad, y peor aún, un nuevo país, por suerte manejaba bien el español, gracias a mi madre, y a que el italiano tiene una similitud enorme al idioma.

Calandra Mazzoni García. Pero todos me llaman Cali, y así lo prefiero. Mi madre se enamoró perdidamente de un italiano, y por eso mis nombres raros. Única hija legítima de Gianfranco y Violeta, mis padres. Sin embargo, tenía un medio hermano mayor, por parte de mi padre. Luziano, que era 4 años mayor que yo.

Me acerqué al balcón de mi piso, y abrí ambas ventanas lentamente, dejando que tanto mi cuerpo, como el cuarto vacío con maletas esparcidas por doquier, disfrutaran del cálido viento, que soplaba como si intentara conocer todo Madrid al mismo tiempo. De mi bolsillo saqué un cigarrillo y lo prendí. Amaba esta marca, Pall Mall. Y más aún con esencia de menta, me gustaba esa sensación en mi garganta.

Aspiré, y boté todo el humo. Estaba pensando demasiado. Necesitaba relajarme y esto era lo único que lograba hacerlo. El tabaco, la nicotina, la menta, y el viento.

- Pues, que hermosa vista tengo desde aquí - susurré.

Podía ver casi todo Madrid desde aquí. No era nada mal, ya que estaba en el décimo piso de un edificio bastante central. Sentía cómo mi corazón se encogía de alegría cada vez que bombeaba, tener este privilegio era algo increíble, seguía sin creer que mis padres me habían permitido esto, después de tantas peleas inmaduras e innecesarias. Esto era todo lo que necesitaba, un poco de soledad, un balcón, y por qué no, mis infaltables cigarros.

Sólo me faltaba desocupar todas mis maletas y poner todo en su lugar. Gracias a quien fuera, tenía cama y muebles, no tendría que preocuparme por tener que armarlos o comprarlos, esos eran algunos beneficios que obtenía de Gianfranco, mi padre, gran empresario muy conocido por allá en Vicenza, donde solíamos vivir.

Tomé mi teléfono celular, lo conecté a unos parlantes modernos que yacían justo al lado de un pequeño mueble junto a la puerta, y puse un poco de música. Comenzó a sonar Rather Be, una canción perfecta para la ocasión. Apagué mi cigarro a medio terminar, pues sin siquiera notarlo, me puse a cantar a la par de que desempacaba todo lo que había traído a España.

Mientras ordenaba la ropa y seleccionaba algunos zapatos, mi cabeza maquinaba demasiadas ideas al mismo tiempo; lo que más me preocupaba ahora mismo, era conseguir trabajo, antes de continuar los estudios. Ya estaba en mi tercer año, y me emocionaba el seguir los pasos de mi padre, podía notar lo mucho que le apasionaba dirigir su propia empresa, después de tantos años de esfuerzo.

Pero si quería llegar a ser como él, debía buscarme un trabajo. ¿Cómo? Soy nueva en todo esto, no conocía a nadie, y además, no conocía las calles. ¡No puedo arruinar un momento tan satisfactorio como éste! Mi corazón latía como loco. Diablos. Maldita ansiedad, no puedes estar traicionándome justo ahora.

Me detuve por unos segundos, mirando todo el desastre a mi alrededor. Había vaciado todo mi equipaje, pero sin embargo, todas mis pertenencias yacían en el suelo ordenadas, esperando a ser colocadas en sus respectivos lugares.

Dos piezas [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora