14. Sin ti {R}

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3 meses después...

El timbre de mi departamento sonó. Raspby se sobresaltó, estaba apegada a mi pierna intentando llamar mi atención, mientras yo estaba en mi computador viendo las mismas imágenes de siempre.

Me levanté para atender lo que ya sabía que estaba detrás.

- Muy buenas, señor Rubén, aquí tiene lo usual - dijo el chico que repartía las pizzas mientras me pasaba la mía.

- Vale, gracias chico - murmuré sin ganas mientras le pasaba el dinero y un poco de propina.

- Muchas gracias, ¡que tenga un buen día! - gritó mientras se dirigía rápidamente al ascensor.

- Nunca tienes suerte - susurré mientras cerraba la puerta - hace tiempo que no he tenido uno de esos buenos días.

Dejé la caja encima de la mesa, junto al resto de las otras 20 cajas de pizza que había allí mismo. Hace meses que no ordenaba mi casa, olía fatal y parecía casa de vago. Mi móvil comenzó a sonar, de seguro era Mangel o Alex pero la verdad es que no tenía ganas de hablar con nadie.

Saqué un trozo de pizza, la puse en un plato de plástico y me fui a mi computador, a observar una y otra vez las mismas imágenes que he estado viendo desde que ella me dejó.

Fotos de ella. Riéndose, enojada, hablándome, sorprendida, y otras que ni siquiera sabía que le había sacado. Todas mientras ella estaba en España. Desde la primera vez que pisó mi casa, hasta cuando estuvo enferma. Luego de eso ella desapareció.

Sus ojos verdes, sus labios pequeños, sus pestañas largas, su pelo castaño largo y hermoso. Joder, estaba tan jodido, tan demacrado, que de seguro si me viera ahora mismo, le daría asco.

Me había dejado la barba sin quererlo realmente, la verdad es que ya no tenía ganas ni de rasurarme, mi pelo estaba larguísimo, tenía que usar gorra siempre, porque ya no había manera de peinarlo. Estaba un poco más gordo y olía fatal. No tenía ganas de nada.

Seguí grabando vídeos, pero me sentía tan falso, tan mentiroso. Nadie en realidad sabía cómo me sentía.

Mi móvil comenzó a sonar nuevamente, pero esta vez era un número desconocido. Con la vaga esperanza de que fuera ella, contesté con más ánimo del que nunca había tenido en mi vida.

- ¿Cali? - inconscientemente esperaba que fuera ella, así que me parecía lógico contestar con su nombre.

Pero hubo una pausa y luego un suspiro.

- No, lo siento. Soy Robert, su amigo.

Y sin más preámbulos le colgué. Por ti, jodido hijo de puta, ella se había ido. Mentira, también fue tu culpa, pensé. De haber notado que en realidad nunca estaba bien, y que todo lo que hacía simplemente lo forzaba, todo habría sido distinto.

En menos de lo que creía, mi móvil comenzó a sonar nuevamente. Si era ese hijo de puta de nuevo, respondería con toda la furia y frustración que tenía.

Suspiré y me relajé un poco al ver el nombre en la pantalla. No podía seguir ignorándolo.

- Qué ocurre, Mangel - dije desganado

- Joder, tío, que te he llamado como mil veces y vienes a decirme qué ocurre. Cabrón - dijo notablemente molesto

- Lo siento, tío. Sabes que no tengo ganas de nada, así que ve al grano.

Mi amigo suspiró al otro lado del teléfono y murmuró algo inentendible.

- Alex y yo vamos al Caraluna, quería saber si te gustaría ir.

Dos piezas [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora