9. Miércoles {C}

297 15 2
                                    

Intentaba poner completa atención a la pantalla de mi nuevo computador, tratando de terminar de una vez por todas con el maldito informe. Pero concentrarme era algo que no había podido hacer en la última semana. ¿Cómo es que pretendía hacerlo si no podía sacármelo de la cabeza? Maldito hijo de puta, cómo quisiera borrarlo de la faz de la tierra con un simple chasquido de mis dedos.


Me paralicé, ¿cómo era que se hacía esto? Hacía años que no experimentaba toda esta sensación física y emocional, en un simple contacto, tan siempre como la misma mierda, y yo me paralizaba. Rubén me había acorralado hacia él mismo, era una trampa con patas, por la misma mierda, y no me había dado cuenta hasta que había agarrado mis muñecas, desde ese momento, supe que estaba jodida.

Le bastó con un simple tirón, acercarme lo suficiente a él, y acercar su rostro rápidamente al mío para que no tuviera tiempo de escapar, este jodido hijo de puta ya tenía en mente lo que él quería hacer, olvidando por completo mis sentimientos.

Al principio, y para mi paradójico alivio, fue un simple contacto entre nuestros labios, demasiado forzado e incómodo, mis labios estaban en una mueca de completo rechazo, y claramente no podía ni quería cerrar mis ojos, muy al contrario de Rubén. ¿Me podría decir que tenía de pasional este asqueroso beso?

Mi corazón comenzó a latir nervioso, pero muy alejado del sentido romántico que se le podía dar a esta frase. Estaba a punto de pasar, y no podía hacer nada por evitarlo, más lágrimas salían de mis ojos. Su lengua pasaba pacientemente por la comisura de mis labios, saboreando mi esencia. Mi sangre se heló y dejé de forcejear con él, diablos, no, le estaba dando el mensaje equivocado.

Su lengua se abrió paso entre mi boca, y supe que no habría vuelta atrás, ya le había perdido. Llevó mis manos a su cuello, obligándome a abrazarlo, y me rodeó con sus brazos. No podía seguirle el ritmo ni nada, no sabía qué hacer, había olvidado como era el tema de los besos. La última persona que había tenido ese privilegio...

El beso seguía un compás tan tranquilo y sereno, como si esperara a que reaccionara. Lentamente su mano fue subiendo por mi espalda, hasta mi nuca, dejando pequeños espamos en mi espina dorsal. Comenzó a acariciarme tiernamente el pelo, buscando comprenderme y quererme. Se separó por unos segundos de mí, sólo para volver a mirarme a los ojos.

Él sabía y conocía el rechazo por mi parte, lo había visto en sus ojos, su dolor era parecido al mío, sabía que no podía tenerme y sin embargo seguía luchando por mi - inexistente - amor.

Por segunda vez volvió a besarme, nuevamente, como un simple tacto entre nuestras bocas, y alguna especie de droga me consumió. Me dejé llevar por sus suaves y delicados labios, ¿era así por su herida de guerra? ¿O simplemente sabía cómo besar jodidamente bien? Mis manos se relajaron y se enredaron en su pelo, revolviéndolo un poco.

Rubén sonrió levemente, entre medio del beso, y aprovechó para explorar con su lengua, una vez más. Simplemente, me dejé llevar, a pesar de que mi cabeza me gritaba "Qué mierda haces, él no te gusta, aún estás llorando por tu ex-novio, eres una perra. Sólo lo quieres ilusionar", incluso a pesar de que mis piernas querían correr y alejarse de él, mis manos sólo se aferraban más a él, instándolo a profundizar más y más aquel beso.

Estaba tan a gusto con sus labios, que cerré los ojos, para poder ignorar mi alrededor y sólo concentrarme en él. Rubén. El que siempre lograba emanciparme, y neutralizarme, tanto incluso, para hacerme corresponder un beso, que no quería disfrutar.

Era una encrucijada tan complicada y dolorosa, porque realmente no quería llegar a esta situación, es más, por eso lo había "invitado" a una cita, para por fin cortar todo lazo con él, y seguir con mi vida como si nunca le hubiera conocido. Pero mi cuerpo, aparentemente, mandaba a la mierda toda acción neuronal que mi cerebro dictaba.

Dos piezas [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora