12. Sobrevivir {R}

217 13 4
                                    

No podía dejar de pensar en lo feliz que estaba. Por fin tenía luz de los sentimientos de mi querida italiana. Sólo bastaba hacerla dormir y tomar muchas pastillas para el resfrío, que sin eso, no funcionaría.

Extrañaba mucho tenerla en mi departamento, a pesar de su pequeño catarro, le daba un poco más de alegría a mi vida, no me sentía tan solo como antes, y mis gatas eran mas cariñosas de lo común con cualquiera. Extrañaba tener mi sala de estar llena de pañuelitos, tazas y frazadas. El olor a té y su perfume, era algo que echaba de menos también.

Pero fue casi imposible pedirle que se quedara un poco de tiempo más, de hecho ni siquiera insistí. Era peligroso aún adentrarme a ese campo, donde podía persuadirla con algo que iba más allá de la amistad.

- ¡Hey, tío! A que ya estás pensando en la italiana esa - murmuró Mangel entre risas.

Pestañeé varias veces antes de recordar que estaba con 2 de mis mejores amigos, grabando para un nuevo vídeo. A mi lado estaban él y Alexby. Era raro no llamarlos por sus nombres de pila, pero eran tantos años ya en la industria de YouTube que no me importaba e ignoraba el simple hecho de tener más de un sobrenombre.

- Lo siento, no pude evitarlo - susurré nervioso ante sus miradas.

- Ninguna chica te había dejado así de tonto, Rubius - rió Alexby.

Le golpeé suavemente el brazo y le acompañé en risa.

- Creo que encenderé la cámara ya, Rubius - anunció Mangel - se nos está haciendo tarde, mira que tengo una cita más tarde.

Ambos asentimos, y Alexby se sentó en el gran sofá, justo donde antes estuvo Calandra. Mi corazón latió rápido y fuerte. ¿Qué tal si la llamaba y la invitaba a salir? ¿Y si me atrevía a conquistarla ya? Había esperado bastante tiempo desde la última vez que ella quiso alejarse de mí, y últimamente las respuestas negativas de su parte, disminuían más y más.

- Esperen un rato, haré una llamada - saqué el móvil de mi bolsillo, y antes de escuchar sus gritos y frases afeminadas, me dirigí hacia mi balcón, para tener un poco más de privacidad.

Un momento para ella y yo.

Marqué su número por primera vez, sin tener éxito. Esperé más de lo normal para escuchar su voz, pero en cambio me redirigió a un buzón de voz. ¿Qué cojones?

Era muy raro que no contestara mis llamadas. Tendría que estar enfadada para no hacerlo. ¿Y si se había dado cuenta que nuevamente le había besado? Joder, pero que mala suerte debo tener. Con mayor razón tenía que contactarla y explicarle todo, no estaba dispuesto a perderla de ninguna manera, menos si era por mi culpa.

Joder. Yo y mis impulsos de enamorado.

Volví a marcar, con los dedos un poco más temblorosos esta vez. El pitido de espera era cada vez más lento y pausado, como si estuviera haciéndolo casi a propósito. Con cada segundo que pasaba, me colocaba en el peor de los escenarios de las reacciones que podía tener Cali, si se había enterado de lo que había hecho, mientras ella estaba "indefensa".

- ¿Ciao?

Mi corazón saltó lleno de felicidad pero confusión al escuchar que alguien había por fin atendido la llamada. Pero ese alguien, no era la voz de mi italiana.

- ¿Calandra? - susurré inseguro.

Al otro lado del teléfono, alguien suspiró y murmuró algo en italiano. ¡Joder! ¿Podría ser...?

- Disculpa, ¿Luziano? ¿Eres tú?

- Come fai a sapere il mio nome?

Joder, no entendía ni sabía un poco de italiano. ¿Cómo se suponía que entendería lo que fuera a decir? ¿A caso él podía hablar español? No recordaba muy bien si lo hacía o no, Cali solía hablarme mucho de su hermanastro mayor.

Dos piezas [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora