4. Palacio de Cristal {R}

429 22 6
                                    

"Cali: Si acepto, ¿dejarás de insistir?"

Joder, mi corazón no dejaba de latir nervioso y rápido; mis ojos no se despegaban de la pantalla de mi móvil. ¿Cómo había llegado a este punto? 

Todo había comenzado el día que Mangel había decidido a llevarme a un bar decadente y viejo; en donde una chica italiana reunió toda la valentía que tenía, para poder pasar justo en frente a mí, y cantar como los dioses. Una chica tan simple, tan nerviosa y tan perfecta. Sentía la necesidad y urgencia de hablarle, y conocerla. No entendía muy bien por qué, no sabía qué quería ni para qué. Pero ese día, había sido lejos una mierda, hasta que la vi. 

Todo el vacío que me inundaba hace varios días ya, desapareció con un haz de luz. Sólo ella, podría haber logrado eso, obviamente. 

- En serio, tío, ¿me estás escuchando? - murmuró desesperado Mangel, por micrófono.

Claro, había olvidado por completo que estábamos jugando online, y hablando por skype al mismo tiempo. Parpadeé un par de veces y reí como tonto. 

- No me digas que es la chiquilla del bar, esa. 

- ¿Te refieres a Cali? - suspiré y cerré los ojos, tratando de recordar su angelical rostro - sí, es ella. Me ha respondido al mensaje - comenté como si se tratara de un triunfo.

- Voy a comenzar a darle la razón a Cheeto, Rubius. Te has enamorado.

Reí a carcajadas, y seguimos jugando. ¿Enamorarme? No me parecía una idea ridícula verme a mí, como idiota por una chica; pero a ella apenas la conocía, sólo había sido alguna especie de atracción potente e inmediata. 

Era más como un premio inalcanzable que todos querían obtener, no había ignorado que no había sido el único hombre que la había mirado esa noche; era por eso que ella se sentía completamente incómoda. Y es que además, era de las típicas chicas que ignoraban su belleza y el efecto que ésta podía causar en otros. 

Mi problema principal era ese: era demasiado enamoradizo; pero con la misma rapidez con la que me "enamoraba", también perdía interés. Había sido así desde siempre, no había tenido muchas relaciones serias por lo mismo; el hecho de comenzar con mi carrera en YouTube, había empeorado todo aquello. Ya no sabía si alguien estaba conmigo por interés o por mí. Gracias a Dios, Calandra no tenía ni la menor idea de que era famoso. 

- ¿Y a dónde piensas llevarla? - susurró Mangel - Deberíamos terminar con esto ya - dijo refiriéndose al juego - Si planeas impresionarla, es mejor que no lleves cara de muerto, tío. Ya son las 3 de la madrugada.

- Tal vez, en un rato más - pausé, pues justo habían comenzado a atacarnos. No tardaron mucho en derrotarnos, pues hoy sí que había sido un asco. Estaba completamente distraído y lo hacía todo mal - Estaba pensando en sacarla de noche, ya sabes, algo romántico por aquí por allá, y tal vez obtenga algo más de ella.

Mangel bufó, y se desconectó del juego. 

- No lo sé, amigo. Ella no tiene cara de la típica chica que cae fácilmente en tus juegos. Te va a costar mucho conquistarla. 

- Tampoco es que esté buscando una relación seria - me burlé un poco, sobre lo que había insinuado. 

- Yo ya no sé. Mira, cuando subas este video, todos se van a dar cuenta de que estás colado por una italiana - rió. Yo me quedé en silencio, analizando lo que Mangel había dicho como una broma - Tío, no hemos ganado ni una de las partidas en las que estuvimos. 

- Mala racha - me encogí de hombros, tratando de calmar el remolino de pensamientos que yacía dentro de mi cabeza.

¿Y si Mangel tenía razón? No podía estar comportándome como un patético con una chica que apenas había conocido. Claro que no iba a negar que ella era completamente hermosa, y su personalidad llamaba mucho la atención a cualquiera como yo. 

Dos piezas [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora