13. Límites {C}

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Aparentemente, había pasado 3 días en coma. Definitivamente, había pasado mis límites. Seguía en el hospital con extrema vigilancia y posible estadía psiquiátrica. No era nada muy nuevo para mí, había pasado por estos procesos y sabía lo complicado que era para mí y mi familia.

Nunca había visto a mi padre tan frustrado y angustiado como lo estaba ahora. Mi madre con ojeras increíblemente marcadas, y Luziano muy apegado a mí. ¿Es que tanto les importaba? Ni siquiera yo misma podría aguantarme como ellos lo hacen.

Por el otro lado, Rubén, por fin se había ido a su casa a grabar los tantos vídeos pendientes que tenía. Estaba tan agradecida por tener a alguien tan especial y dedicado como él, tal como el mismo Ignazio lo había mencionado. Mi madre se había encantado con su presencia, cómo no; mi madre podía amar todo lo que pasara por su camino.

Estaba en la habitación, comiendo un poco junto a mi hermano, quien estaba más callado de lo normal. Violeta y Gianfranco habían salido hace unos minutos hacia el casino en busca de algo; pero a juzgar por la expresión de Luziano, algo no iba bien.

- ¿Por qué tan callado? - le pregunté en italiano, pues su español no estaba desarrollado. Mi madre nunca pudo enseñarle nada de nuestro idioma, la mayoría de las veces cuando él era pequeño, se encontraba en la casa de su madre.

Pero él decidió ignorarme. Llena de frustración un poco infantil, tomé lo más cercano a mí, un pañuelo ocupado. Qué asco. Pero serviría para llamar su atención.

- ¡Dios, Calala, cuántos años tienes! - gritó mientras tiraba lejos el misil.

Yo no podía parar de reír, pues su expresión era de oro.

- Te hice una pregunta, y no la respondiste Lulu - murmuré con voz tierna

- Pues a lo mejor no la quería responder, boba

Abrí los ojos sorprendida.

- ¿Estás molesto?

Pero el gruñó y dejó su plato a un lado, mirando sus manos vacías, como si estuviese pensándose demasiado qué responder. Dios, ahora ¿qué diablos he hecho?

- Tienes que saber, que esta vez te excediste.

Bufé y seguí encismada en mi plato. Realmente, las ganas de comer se me habían esfumado por completo.

- No sé porqué te lo tomas tan a la ligera, esto es grave. Han pasado dos años, y aún no has salido adelante, es lógico que esté molesto contigo.

- ¿Por qué dices algo así? Lo que pasó hace 2 años no es algo fácil de superar, idiota - ahora era yo quien se estaba molestando.

Quien se lo tomaba a la ligera era él, Luziano no estuvo en el momento del accidente, él no vio morir a su novia, tampoco tuvo su sangre sobre él, él no tuvo que ver cómo su rostro se enterraba bajo metros y metros de tierra, para nunca volver a aparecer.

- Sí, pero te has olvidado que esos 2 años de luto para ti, han significado lo mismo para nuestros padres, Cali. Ellos también la han pasado mal.

Inmediatamente todo el enojo se fue. Joder. Ahora me sentía culpable.

- Ellos te han visto caer y levantarte tortuosamente una y otra vez sin conseguir nada ninguna de las veces, te han visto llorar y gritar de frustración cuando te sentías sola, siendo que ellos estaban siempre a tu lado, les dolía saber que no eran suficiente. Ellos te han visto todos tus intentos de suicidio, Calandra.

Sentía las lágrimas caer por mi rostro, lentamente.

Él tenía razón, nunca me había detenido a pensar en ellos. Dios, que egoísta he sido.

Dos piezas [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora