5. Soledad {C}

401 19 8
                                    

Había pasado ya un mes, y comenzaba a relajarme bastante. Movilizarme por Madrid, aún era algo complicado para mí, era demasiada la gente que poblaba este pedazo de tierra tan enano; algo completamente distinto a Vicenza, donde ni siquiera había medio millón de habitantes. Siempre que tenía alguna duda sobre dónde estaba, llamaba a Robert, o simplemente me comunicaba con Rubén. 

Al final de todo, resultaba ser un buen chico; pero molesto. Podía asegurar que la mayor parte del tiempo podía aguantarlo, pero cuando perdía la paciencia todo se derrumbaba, por lo menos, para mí; porque en situaciones como esa, para él, no eran nada más que otro motivo más para reírse. 

En cambio, Robert era el hombre más tierno y preocupado del mundo, todo lo contrario a Rubén. Siempre intentaba tratarme con la mayor delicadeza del mundo, pues sabía que tenía un gran talón de Aquiles, que era el amor en sí. No podía haber pedido un mejor amigo que él. Solíamos almorzar juntos en mi departamento o el suyo, pero quien siempre cocinaba era él.

Me encontraba en mi habitación, recostada sobre mi cama, mirando mi ordenador. Necesitaba buscar un trabajo relacionado con mi carrera, ya era hora de comenzar con mi práctica; las clases comenzaban en unas semanas más, y quería dedicarme un semestre completo a mi práctica profesional. Sentía nervios de sólo pensar en ello, verme en un traje formal, y tener que dirigir una empresa entera. 

Repentinamente, me detuve en seco, mientras navegaba la página que estudiaba. ¿Qué era esto? Era uno de esos típicos anuncios pagados que cualquier página podía tener; pero éste era particular, tenía el logo de YouTube, y una foto de... ¿Elrubiusomg? ¿Por qué ese Rubius se parecía demasiado a Rubén? ¿Qué tan tonta necesitaba ser para no procesar la unión entre sus nombres?

Inmediatamente, tomé mi móvil y marqué su número. Bastaron 3 pitidos para que finalmente, decidiera contestar.

- Muy buenas, Cali - dijo rápidamente - ¿Qué te trae por aquí? 

- Oh, no mucho, sólo llamaba para saber cómo estabas - contesté suave. Me sentía fatal, sabía que eso podía afectarlo mucho, pero sin embargo lo utilizaba en su contra. Necesitaba mantenerle distraído mientras yo seguía indagando por internet por su alter-ego.

- Nunca habías hecho eso, sólo me utilizas de guía turístico - murmuró apenado. Traté de ignorar eso, pues había encontrado uno de sus tantos vídeos, y le bajé el volumen al mínimo - ya, en serio. ¿Quieres salir?

- Me apena demasiado que pienses que sólo te utilizo - dios mío, Rubén si era ese tal 'Rubius', que estúpida era - eres un gran amigo. 

Él gruñó de vuelta, molesto. Yo cerré los ojos y maldije en mi cabeza. No tenía que haber dicho eso, sabía que era incómodo. Necesitaba tener más excusas para tenerle en línea conmigo por teléfono, había sido muy mala idea haberlo llamado sin haber investigado un poco más antes. Ahora estaba entre la espada y la pared, tenía que leer un artículo sobre su carrera de YouTuber y tenerle un tema de conversación.

- Estás muy callada, Cali. ¿Estás bien? ¿Necesitas que vaya a verte? 

- Eres un maldito Don Juan, noruego - bingo, dije en mis adentros, había encontrado por fin lo que quería saber - no necesito que vengas ahora - murmuré lentamente marcando cada sílaba, pues leer un artículo y hablar al mismo tiempo, era complicado.

- De verdad, que estás extraña

¡Sí! ¡Lo había encontrado! Comencé a reír como loca histérica. Rubén Doblas Gundersen, el YouTuber español con más seguidores, y por consiguiente, el que más dinero poseía, joder. ¡Este hombre era un millonario! No confiaba mucho en la cantidad que decía esta página, pero sí tenía en conocimiento el mecanismo de los partnerships que distintas empresas ofrecían a sus clientes. 

Dos piezas [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora