6. Tatuaje {R}

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Sonidos, muchos sonidos venían de la cocina. Intentaba ignorarlos, pero era ya casi imposible, el agua corría, los platos chocaban, sonaba el hervidor, algo se revolvía con una cuchara. ¿Qué era lo que hacía tanto ruido?

Comencé a moverme lentamente, mi cuerpo dolía demasiado, en especial mi espalda y cuello. Aún no quería abrir los ojos, pues seguía bastante cansado, no había dormido muy bien. Mi sofá nunca había sido una cama muy cómoda, como para seguir improvisando con ella. Con mucho esfuerzo y dolor psicológico, fui abriendo lentamente mis ojos, la luz de la habitación aún era tenue, y sentía una pequeña brisa entrar por la ventana de mi balcón.

Era inevitable no quejarme, no había pasado muy buena noche. Unos delicados pasos se acercaban a mí, y cubrí mis ojos con mi antebrazo. Escuché cómo colocaba una taza y un plato justo encima de la mesa que estaba a mi lado. Resoplé y giré lentamente mi cabeza para mirarlo. Un té y un sandwich de lo que parecía ser queso y jamón.

- Buenos días - susurró Cali, mientras se sentaba al lado de la mesa con una taza de leche y otro sandwich idéntico al mío.

Mierda, no pude evitar mirarla de reojo. Estaba ocupando una de mis remeras, y vaya que le quedaba enorme, se veía más pequeña de lo que ya era, y un boxer enorme que solía usar cuando era más joven, ya saben, cosas de la época. Sus hermosas y largas piernas estaban al descubierto, dejando ver un pequeño tatuaje que tenía justo en la parte superior de su pierna izquierda. No me quejaría por dormir en el sofá todas las noches con tal de verla así todos los días.

- Joder, tú planeas matarme, bonito tatuaje - sonreí coqueto y la miré de pies a cabeza. Ella sonrojó levemente y estiró un poco más mi remera, para poder cubrir un poco más sus piernas, pero era inevitable. A pesar de que le quedara enorme, no era un vestido - buenos días Cali, ¿te encuentras mejor?

Asintió mientras bebía un poco de su taza. Luego se me quedó mirando, mientras yo reía suave. Una pequeña línea de leche había quedado marcada sobre su labio. Tardó un poco en darse cuenta, para luego relamer su labio y quitar lo último de leche que le quedaba. Dios, qué ganas de haber sido yo quien lo hubiera hecho.

- Vamos, come - murmuró con la boca media llena, pues había mordido su pan - es un lindo día y tú decidiste no despertar.

- Joder, es temprano italiana - y la verdad era que no quería moverme. Temía que si ejercía cualquier movimiento, por muy mínimo que fuera, terminaría acabando con toda mi musculatura, y no podría caminar o siquiera moverme por el resto del día.

En cambio, ella bufó y se me acercó. Tomó con mucho cuidado mi taza y la acercó a su boca, lo suficiente como para no quemarse y soplar tranquilamente. Luego comenzó a acercarla a mi boca. Esto no podía ser nada más que un gran y perfecto sueño, y no quería despertar por nada del mundo. Sorbeteé un poco para poder beber despacio del té, sin quemarme demasiado.

Cuando consideró que era suficiente, la dejó donde mismo la había dejado antes y luego acercó el pan bruscamente en mi boca. No pude evitar reír, aunque más que risa, había sonado como hipo, pues no podía emitir ningún sonido elocuente con un trozo enorme de pan en mi boca. Mastiqué y tragué como pude y ella sonrió.

- Gracias - susurré una vez que ya había terminado con el sandwich - no era necesario que prepararas el desayuno.

- Es lo último que podía hacer, Rubén - murmuró distraída mientras acariciaba a Raspy, quien ronroneaba tranquila apoyada en su regazo. Qué envidia.

Anoche, luego de enorme malentendido y las inocentes lágrimas de Cali, se había hecho muy tarde como para que fuera sola a casa. Obviamente me había costado demasiado convencerla de quedarse en mi departamento, pues desconfiaba claramente de mis intenciones con ella. Luego del emblemático - y desafortunado - acuerdo, de que yo dormiría en el sofá, finalmente accedió a quedarse hasta la mañana siguiente.

Dos piezas [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora