Capítulo 8

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☆Eva Luna McKellen☆

Han pasado ya dos días desde que Alex y yo no cruzamos palabra.
Es extraño, hace una semana habíamos empezado nuestra relación y ya tenemos esta, ¿distancia?.

¡Qué tóxico!

Fue tu culpa. Grita mi cerebro.

Y es la verdad, le había dicho a Alex que no quería que se metiera en mis problemas. Había sido muy dura con él. Él solo quería ayudarme y yo, fui una tonta.

Sé que tengo que superar la muerte de mamá algún día, pero no puedo. Tal vez me acostumbre a ello pero nunca lo voy a superar. Sencillamente, no puedo.

¡No puedes SOLA!. Vuelve a reclamarme mi subconsciente.

Ya estoy harta de ser tan vulnerable. Quiero a Alex, no lo voy a perder a él también. A él no. Eso nunca.

Salgo de mi habitación y camino a pasos firmes por el pasillo.

Estoy frente a su cuarto como una tonta. ¿Qué hago? Cuando me decido a tocar la puerta, esta se abre de repente y ahí está él. Tan hermoso como siempre. Mi corazón empezó a bombear sangre más rápido de lo normal y pestañé un par de veces antes de decir algo.

Vamos Eva Luna, dile lo que viniste a decirle.

- Ahm yo... yo vuelvo luego.

Le di la espalda.

¡Menuda cobarde Eva!

- ¡Ev Espera! _dijo él y me detuve en seco girando a mirarlo. - Quiero hablar contigo. Justo iba a buscarte, pero ya estás aquí, así que, ¿quieres entrar?

Vamos Eva, reacciona. Di algo por lo que más quieras

- De acuerdo. 

¿De acuerdo? Pero ¿qué pedazo de capulla soy yo?

Entré a la habitación y quedé inmóvil mientras Alex cerraba la puerta.

Estar a solas con él se había vuelto algo muy tentador.

- Yo... 

Hablamos al unísono y luego sonreímos.

- Tú primero...  _dijo él.

- Ehm yo, bueno, ahora que estoy aquí, no sé que decir, en fin, yo, lo siento. _solté.

- Perdóname, fui muy dura contigo y siendo sincera, estos días sin hablarte han sido los días más largos de toda mi vida, yo...

Entonces lo miré a los ojos y no pude decir más. Me avalancé sobre Alex y comencé a besarle. Al principio noté su asombro pero ya luego empezó a besarme también.

Su boca era tan suave que daba gusto. Nuestras lenguas empezaron una danza tan subliminal que erizaba cada pedazo de mi ser; esos labios carnosos hacian que mi cabeza explotara. Con mis manos comencé a agarrar su cabello mientras él desplazaba las suyas por mi espalda y mordía suavemente mi labio inferior.
Ese beso se iba intensificando cada vez más hasta que Alex se dio cuenta y separó sus labios de los míos para retomar ambos la respiración. Luego, volvió a acercarse a mí y depositó un beso cálido en mi nariz.

Yo quería mucho más. Quería explorar cada parte de su cuerpo y conocer sus puntos más sensibles.
Sentía la inmensa necesidad de ser suya.

¡Enfríate Eva! Vas a terminar violando al pobre chico.

- Te extrañé. _dijo él.

- Y yo a ti también. _ contesté mientras nos abrazábamos. - Perdóname, yo de verdad lo siento, solo no quería involucrarte en mis problemas.

Ser, más que tener (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora