Capítulo 12

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Kaira

Si me hubieran dicho que los sentimientos que guardé explotarían en un segundo no lo habría creído.

Aún no lo creo.

Sin embargo, quería echarme en el piso y gritar.

—Cariño, te ves mal —pasó sus pulgares por debajo de mis ojos.

Solo quiero que estés bien.

—Es normal, lo del proyecto me ha dejado así —mentí—. No lo he podido sacar de mi mente hasta ahora.

No he podido sacar nada de mi mente y eso me está atormentando.

—Ya no te preocupes por eso —negó con suavidad y me brindó una sonrisa que instauró calidez en mi pecho—. Pronto se acabará.

Quisiera que acabe.

—Lo sé, estoy bien —sonreí lo que pude por ella.

Retiró el mechón que cubría mi ojo izquierdo y los observó con detenimiento haciéndome sentir presión. A veces sentía que mamá podía leerme con solo mirarme, pero luego recordaba que hace mucho perdió esa habilidad...

Aún no vuelve por completo y sé que no lo hará. No puedo culparla por eso. Nunca podría.

Palmeó mis mejillas sin ser brusca y se dio vuelta en dirección a la salida ya que tenía otra "reunión", según sus palabras, a la que iba vestida de manera demasiado formal para ser algo simple como lo que describió. Iba a ir a la cocina a preparar unos fideos instantáneos hasta que noté como se detuvo al tomar el pomo de la puerta e imaginé la razón cuando pasó sus dedos por el marco de la pintura colgada junto a esta.

Ella me pidió que le hiciera ese dibujo cuando estaba en el hospital y no dudé en hacerlo, aunque lo odiara en ese entonces. No cuando eran las únicas palabras que salían de su boca en mucho tiempo.

El dibujo que le había hecho a mamá era de un girasol en medio de un campo fresco que se secaba con algunos de sus pétalos caídos a pesar de recibir luz solar. El girasol es una flor que resiste a casi todo; sin embargo, no es indestructible en una sequía que no tuvo previo aviso ni parecía tener fin. Era lo que la representaba de algún modo y solo ella lo entendía. Aunque tampoco era complicado de intentar descifrar.

—¿Qué estoy... —empezó a murmurar. Tenía el presentimiento de que quería hablar sobre él como lo ha hecho siempre de manera deliberada mas no lo hizo—. ¿Por qué no están los tres chiflados aquí? —preguntó en su lugar.

—No los llames así —puse los ojos en blanco—: Están ocupados.

—Es extraño no verlos por aquí y a uno de ellos ensuciar mi sillón —mira el sillón con los ojos entrecerrados—. Entiendo que Justin esté lejos, pero no sé qué me sorprende más si Elizabeth o Joseph no hagan tiempo para venir.

Clavé mis uñas en las palmas de mis manos, forzándome a sonreír mientras ella espera una respuesta. Y yo no sé si sorprenderme de que ella no sabe qué Joseph se ha ido al extranjero. Pero ¿cómo podría saberlo? No es adivina.

—Liz se está igualado en algunas tareas a lo que estudia y Joseph se está esforzando por lograr sus metas —muevo la cabeza—. Y te aseguro que lo están logrando.

—Eso es bueno, siempre fueron de ese modo. Sólo pienso que te ves mal y peor sin ellos aquí, Kaira.

—Estoy bien, mamá. No te preocupes.

—¿Y el chico? —pregunta.

Justo en el clavo más profundo.

Mi pecho dolió, aunque en realidad nunca había dejado de doler.

Mi deseo caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora