Capítulo 2

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3 años después.

El tiempo arrastra todo como una extraña marea pero no siempre lleva lo que nos atormenta.

Hay cosas que no cambian y hay otras que cambian sin darnos cuenta.

Hacemos cosas que creemos correctas...

El tiempo que pasó fue confuso pero por ahora solo lo puedo describir como espontáneo.

Nunca imaginé que el llegar a tener dieciocho años podía llegar a ser un poco peculiar cuando continuas dirigiéndote a ese lugar a estar sentada de la misma forma contra una puerta hablando con el chico que aún no te había visto por completo después de tantos años. Él aún se metía en ese lugar aunque ya no lo castigaran. Lo había convertido en un lugar para hacer sus dibujos, así tendría una buena excusa para pasar horas ahí metido sin que su tío lo molestara. Eso era una de las muchas cosas que compartíamos, amábamos dibujar y en ocasiones nos hacíamos dibujos mutuamente.

Nos veíamos más seguido —con máscaras— ya que ahora la puerta no tenía dicha cerradura qué más por lo que intentábamos abrirla, era imposible.

Por otro lado en el instituto nuestras clases nunca coincidieron, así lo evité por todos estos años. Cuando lo veía él seguía sin tener expresión alguna en su rostro como si tuviera un cartel pegado en la frente que decía: "No te acerques si no quieres que te mande a la mierda y te patee el culo". Él era muy atractivo pero las chicas que se arriesgaban a acercarse para hablarle terminaban siendo enviadas de regreso con un rechazo muy discreto de su parte. Siempre que le preguntaba sobre ese tema me decía que no le interesaba otras personas porque ya tenía una que rondaba a su alrededor todo el tiempo.

En cambio para mí estos años fueron... difíciles si evitábamos mi mentira que lo hacía todo aún más complicado. Quizá he logrado sobrevivir por mi pequeño circulo de amigos en los que puedo confiarles mi vida si es necesario. Uno de ellos era un chico listo con el que formé una agradable amistad, después de compartir algunos meses juntos notamos que sentíamos atracción el uno por el otro y llegó a ser muy evidente para ambos. Decidimos intentarlo, comenzamos a salir y la química que teníamos funcionaba de alguna manera. Al discutirlo con Drew, le pareció deplorable pero ignoré todos los comentarios pesimistas que soltaba cada que podía. Él solía decir que las relaciones eran estúpidas y una gran pérdida de tiempo, yo le dije que no sea un dolor de culo y se metiera en sus asuntos.

La mentira había llegado muy lejos.

No estaba segura de cómo afectaría eso ahora.

Con mamá las cosas habían mejorado mucho, aunque aún no se atrevía a ir a despedirse de papá. No importa cuanto mejorara sabía que en el fondo ella intercambiaría todo eso por tenerlo de vuelta. Cada vez que se alistaba para ir a verlo, al final terminaba desmoronándose. Realmente deseo que pueda lograr seguir adelante y sé que pronto lo hará porque es una mujer fuerte. Una mujer que justo ahora está regañándome como no lo había hecho en un tiempo.

—¡¿LO HABÉIS HECHO EN EL SILLÓN?! —gritó en mi oído. Di un respingo.

El trapo húmedo cayó de mis manos, la miré con mucho asombro. En verdad no la he escuchado alzar la voz en lo que parece una eternidad.

—Eso no suena muy bien si lo dices de ese modo —puntualicé.

—¡Es mi sillón, Kaira! —repuso, llevándose una mano a la cabeza—. Me va a dar migraña.

¿Por qué todos siempre dicen que les voy a dar migraña? No es como si lo hiciera a propósito.

—No hicimos nada del otro mundo —me encogí de hombros.

Mi deseo caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora