—¿Me veo bonita? — Sonreí, posando con cuidado, intentando no mostrar la inseguridad que bullía dentro de mí.
—Te ves hermosa —dijo Nanami con esa serenidad suya, esa que me hacía sentir que, por un momento, todo estaba bien.
Cambié rápidamente de posición, buscando el ángulo perfecto para la cámara que sostenía. La lencería que me había regalado se ajustaba a mi piel, y la sensación de la tela suave contrastaba con el frío de la enorme cama blanca. Su cama. Nuestra cama, cuando estábamos juntos.
El flash estallaba una y otra vez, iluminando la habitación con destellos que me cegaban por un instante. Cada click de la cámara era un recordatorio de algo más, de algo que yo sabía pero fingía ignorar. Cuando Nanami bajó la cámara y me mostró las fotos, sentí un alivio momentáneo. No salí mal, al menos no en las fotos.
Dejó la cámara a un lado y, sin decir nada, me tomó de la cintura, deslizando sus manos por mi abdomen y subiendo lentamente hacia mi espalda. El contacto era cálido, pero había algo distinto hoy, algo en su toque que no podía ignorar. Quizás era esa familiar culpa que él intentaba disimular. O quizás era que yo ya lo sabía todo, pero no quería enfrentarlo.
—Lamento decirte esto, pero es tarde, linda. Ya deberías irte... quizás podamos seguir mañana —susurró, apoyando su frente contra la mía.
Su cercanía, su calor, todo lo que en otro momento me habría hecho sentir completa, ahora se sentía como un recordatorio de lo efímero que éramos.
—¿Por qué? —dije, casi con despreocupación. — ¿Es que ella va a volver a esta hora?
El aire en la habitación se volvió espeso de repente. Sentí cómo su cuerpo se tensaba, como si mi pregunta lo hubiera golpeado sin previo aviso.
—¿A qué te refieres? — Trató de sonar calmado, pero su voz traicionaba la confusión.
Lo miré a los ojos, no había necesidad de seguir con el juego.
Sabía todo desde hacía tiempo.
—Sé que tienes una novia, Nanami —susurré, mi voz apenas quebrándose.
El silencio que siguió fue ensordecedor. Podía escuchar el eco de sus mentiras flotando entre nosotros, llenando los vacíos que ya no podíamos ignorar.
—Amor, perdón... lo que pasa es que... — Empezó a balbucear, desesperado por encontrar una excusa que arreglara todo.
Antes de que pudiera seguir, tomé su rostro entre mis manos, obligándolo a mirarme. No me importaba lo que dijera, no me importaba lo que fuera a pasar después. Lo único que me importaba era mantener esta ilusión por un poco más de tiempo.
—No me importa —le interrumpí, acariciando sus mejillas—. Me amas, ¿verdad? Me amas más que a ella. Dime que me amas más.
Hubo un momento de duda en sus ojos, pero lo borró rápidamente con una sonrisa débil.
—Sí, sí. Por supuesto que sí —susurró, como si con esas palabras pudiera mantenerme en su órbita, lejos de la realidad.
Suspiré, permitiendo que esa mentira me envolviera. No necesitaba la verdad. Solo necesitaba saber que, por un momento, yo era más importante.
—Eso es —dije, cerrando los ojos mientras apoyaba mi frente en la suya—, solo tienes que amarme más.
Y aunque sabía que no era verdad, me aferraba a esa mentira como si fuera lo único que me mantenía en pie.
Porque, al final, ¿qué quedaría de mí si aceptaba que ya no era suficiente?
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𝘥𝘪𝘦𝘵 𝘮𝘰𝘶𝘯𝘵𝘢𝘪𝘯 𝘥𝘦𝘸 |𝘕𝘢𝘯𝘢𝘮𝘪 𝘒𝘦𝘯𝘵𝘰
FanfictionLastímame y dime que soy tuya, no sé porque, pero me gusta. Me asusta, Dios mío, eres divino.