Ante aquella mórbida imagen, Nagisa, a causa de la impresión, intentó alejarse del monitor empujando su silla, no obstante, la fuerza solamente lo llevó al suelo. Se levantó con rapidez y cerró la pantalla del mensaje, considerando también eliminar toda la conversación, sin embargo, pensó que quizá podría servir de algo en el futuro, por lo que decidió conservarla.
Reacomodó su silla, apagó la computadora, estaba resuelto a intentar conciliar el sueño, se había convencido a sí mismo de que mañana sería un nuevo día, una nueva realidad.
Su cama, no tan amable como recordaba, fungiría como un refugio temporal, que lo mantendría ajeno a lo que sucediera alrededor. Recostó su cabeza en la almohada, y al instante, pensamientos insanos le asaltaron, junto al recuerdo de su intento de suicidio y el cómo Anko lo rescató nuevamente.
En medio de todo esto, se durmió. Un total de diez horas de descanso profundo. Para cuando despertó, ya era pasado el mediodía. La imagen de lo sucedido la noche anterior seguía viva en su memoria, como grabada a fuego. Sabía que esa persona, Nhao, muy probablemente hubiese muerto, y que quien aparecía en la grabación era alguien conocido, no obstante, ¿por qué, siendo conocido, no fue capaz de reconocerlo la primera vez? Más importante, ¿por qué era él quien aparecía en el video? Con suerte, esas evidencias quedarían solamente bajo el resguardo de Nhao, un testigo muerto.
Aún en cama, escuchó su estómago reclamar por un poco de comida, así que, se resolvió a ir por algo de comer a la cocina. Al abrir la nevera, vislumbró el blanco del interior y el verde del moho por partes iguales.
- Ni modo, tendré que salir a comprar –sin reparar en sacar lo que estaba descompuesto.
Se dirigió al baño para lavarse el rostro, luego, regresó a su habitación por su billetera y las llaves de la casa. Antes de volver a la sala, se detuvo en el umbral de su pieza, rascándose la cabeza y pensando en si debería o no cambiarse la ropa, transcurrieron cinco minutos hasta que se decidiera por cambiarse; pantalón gris y camiseta negra sería su nuevo conjunto. Satisfecho, comenzó su misión.
Cerró la puerta, recorrió parte del jardín, abrió el portón y lo cerró tras de sí. Contempló la calle, todo estaba silencioso y tranquilo. Respiró hondo y caminó. Conocía un atajo que lo llevaría directo a una tienda de conveniencia. Dobló en una esquina para entrar al callejón que acortaba su trayecto, no obstante, una conversación lo hizo detenerse y escuchar.
- Oye, onee-chan, juguemos algo, ¿sí? –dijo una voz masculina.
"¿Un abusador?" –pensó, acercándose un poco más para mirar.
Una chica pequeña, de cabello y vestido negro, era rodeada por un grupo de matones. La chica permanecía inmóvil, silenciosa e inexpresiva.
- ¿No piensas hablarnos? –preguntó uno de ellos, tomándola del mentón.
La muchacha movió los labios, sin articular sonido alguno, de repente, algo apareció delante de ella. Nadie parecía ver "eso".
- Oye, oye, muéstranos tu otro ojo, ¿sí? –profirió otro de los matones, acercando su mano al rostro de la chica, en parte cubierto por el flequillo.
- ¡Aléjate! –exclamó ella, exaltada, e intentó escapar. El abusador la retuvo tomándola de un brazo y haciéndola chocar con una pared. La víctima tosió, partículas de sangre fueron expulsadas de su boca. De repente, una mano comenzó a apretar con fuerza su garganta, mientras otra, descendía desde su pecho hasta su entrepierna. La chica intentaba moverse, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Sus abusadores se burlaban al verla perder fuerzas, comenzaban a turnarse para tocarla, y decían cosas asquerosas sonriendo maliciosamente, como depredadores al ver a su presa morir.
"Tengo que hacer algo –pensó Nagisa, temblando--, pero ¿qué puedo hacer por ella? No puedo jugar al héroe... ¡me matarán si me acerco! ¡Y ella sufrirá más que yo si no me muevo!"
Un fuego se encendió dentro de Nagisa. Apretó ambos puños y salió de su escondite, temblando.
- ¡Alto! –gritó. Los abusadores, sorprendidos y molestos, lo miraron inquisitivamente. La chica, a punto de perder la conciencia, dirigió su vista hacia él.
"¡Maldita sea –pensó él--, soy un estúpido! ¿Ahora qué harás, Nagisa? ¿Jugar al héroe? ¿Pelear contra una banda de matones? ¡Imbécil, imbécil, imbécil! –respiró hondo—Pero... ahora, aquí, sólo yo puedo salvarla..."
- ¡Oye, onii-chan! –dijo uno de ellos- ¿No ves que estamos jugando? Haznos el favor de irte a jugar al héroe a otro sitio, ¿sí? Ahora no estamos haciendo nada malo. Ella está disfrutándolo, ¿ves?
En ese momento, uno de los que sostenía a la chica le rozó la entrepierna con una mano. Ella se retorció, e intentó pronunciar una palabra, pero un sonido inarticulado fue lo que se escuchó en su lugar. Las lágrimas comenzaron a brotar.
- ¡Suéltenla! –gritó Nagisa-- ¡Ahora, déjenla ir!
"¡¿Qué diablos estoy haciendo?! ¡Es una desconocida, no me importa lo que le hagan! ¡No, no! ¡No puedo permitir que sufra en manos de estos malditos! ¡Tan sólo váyanse! ¡Váyanse, ahora!" –pensó. Su nariz comenzó a sangrar. Sintió algo aparecer en su mano derecha, sólido y alargado, tan ligero como una pluma.
- Déjenla ir... o los mataré... --profirió. En ese momento, una espada se materializó de la nada en su diestra, plateada, larga y afilada. Su postura cambió, y su mirada se volvió dura y penetrante.
- ¡Vaya, niño! ¡Gran truco de magia me has mostrado! Pero mírate, estás sangrando sin siquiera haber luchado, ¡Ja! –se burló, acercándose--. Mira, si te vas ahora, yo, Kondo Ranpo, te perdonaré la vida, ¿qué dices?
- ¿Y si mejor tú sueltas a la chica? Perdonaré la vida de tu jefe a cambio –dirigiéndose al que tocaba la entrepierna de la víctima.
- ¡Ja! ¿Oíste, Ryogan? ¡Tócala cuanto quieras! –ágilmente lanzó sus puños hacia Nagisa, que desapareció de su vista en un parpadeo. Al mirarse las manos, todos sus dedos habían desaparecido. Una expresión de profundo terror se apoderó de su rostro--. ¿C-Cómo...?
- Eso fue una advertencia –sentenció Nagisa--. Suéltenla, y su jefe mantendrá ambos brazos unidos al cuerpo. Quédense, y su cabeza será lo siguiente en desaparecer –su rostro, duro como roca, mostraba la firmeza de cada palabra. Cumpliría su amenaza.
"Ryogan", el que tocaba la entrepierna de la víctima, miró a su jefe, que temblaba y agitaba la cabeza de un lado a otro con ímpetu y terror. Retiró lentamente ambas manos. La chica cayó al suelo, débil, y casi inconsciente.
- Nos iremos –declaró Ryogan. Seguido por sus otros tres compañeros, pasó al lado de Nagisa, abandonando la escena.
El joven caminó pesadamente hacia la chica, hasta quedar a unos pasos frente a ella. El arma desapareció.
- Al menos... sigues viva... Me... alegro... --murmuró. Seguidamente, se desplomó.
La muchacha, dolorida, posó una de sus manos sobre la cabeza de su salvador.
- Vretil –susurró.
"Estoy segura de que despertarás antes... Podrás llevarme a un hospital... Gracias... por hacer lo que podías..." –pensó ella.
Sonrió amablemente. Sintió su mano resbalarse y caer de la cabeza de Nagisa. Sus miembros se volvieron pesados. Todo se tornó oscuro.
"Sé... que... volverás... a salvarme..."
Su conciencia se desvaneció, sin embargo, la amable sonrisa en su rostro, le daba la impresión de que dormía plácidamente.
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Science Adventure Gigalomaniacs;Angel's End
FanficHan transcurrido varios años desde el último suceso atribuido a la Locura de la Nueva Generación y Nishijou Takumi, no obstante, esa tranquilidad no es más que una fachada para distraer la atención de todos en Shibuya. Alguien, el verdadero culpable...