15: El de la modelo

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—¿Ha pasado algo? —pregunto nada más entrar en la oficina

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—¿Ha pasado algo? —pregunto nada más entrar en la oficina. Me he retrasado quince minutos porque he perdido el autobús. He dormido fatal, he tenido pesadillas toda la noche y ni el café ni un ibuprofeno han ayudado a que se me pase el dolor de cabeza. Encima, Violeta está tirando papeles por los aires dentro de su despacho.

—La sesión se ha arruinado.

—¿Cómo que se ha arruinado? —intervengo con preocupación. Soy parte de ese proyecto y si algo ha salido mal, eso también me repercutiría a mí.

—Me ha dicho que el local no está disponible hasta dentro de dos días —responde Clara, encogiéndose de hombros—. Pero el problema no es ese. Ha sido con Enzo, han discutido por la modelo.

—¿Por qué? No entiendo nada, explícate mejor.

Me acerco, intrigada.

—Según he escuchado, ella no quiere participar en la sesión.

—¿Y por qué nadie me ha informado? —respondo con indignación, dejando mis cosas de mala gana.

—¿No sabes nada más? —insiste Manuel. Al ver que mi amiga niega con la cabeza, se marcha.

—Hay una cosa más —añade ella hablando más bajo para que nadie nos escuche—. Les he escuchado hablar de ti.

—¿Qué decían?

Me acerco a ella con disimulo.

—Violeta te culpaba de que la modelo no quisiera —explica mientras juega con la cadena de mis pantalones—. Enzo te ha defendido.

Me quedo callada durante un rato, procesando la información y luego miro hacia donde están los dos, aún discutiendo.

—¿En qué piensas? —habla Clara de nuevo.

Los movimientos de Violeta, su estilo, esa profesionalidad. Se parece mucho a Fabiola, la modelo. Tiene esa pose autoritaria y sabe que puede hacer lo que le dé la gana. Luego miro a Enzo. ¿Pasó algo entre ellos anoche y por eso ella no quiere volver? De repente, sale del despacho hecho una furia. Me siento tentada a preguntarle para comprender lo que ha ocurrido, pero no es algo que deba saber, al menos no de él. No hay nada entre nosotros como para que tenga que dar explicaciones.

—En nada —miento y me incorporo, arreglándome el pantalón que se me sube cada vez que me distraigo—. Voy a recoger las cosas al estudio.

Quedo con Aiden para que él también pase a por su equipo. Estamos recogiendo las cosas mientras charlamos cuando recibo una llamada.

—¿Dónde estás? —pregunta Enzo.

—No te importa —replico apartándome el teléfono, a punto de colgar.

—Espera —se apresura a decir—. Estoy en la entrada del estudio, he venido con unas cuantas maquilladoras, ¿crees que podrías pasarte por aquí? He tenido una idea.

La fórmula perfecta © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora