6: El de la locura gatera

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El fin de semana toca limpieza profunda de la casa

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El fin de semana toca limpieza profunda de la casa. Al contrario que Clara, yo aprecio el orden en las cosas y no me gusta ver la ropa tirada por el suelo, por lo que hemos organizado toda la casa y he colocado un par de cestos para que vaya dejando sus cosas en un lugar exacto y no por todos lados.

Me ha enseñado a preparar una comida sencilla y saludable, ya que esta semana he estado comiendo fatal. Y luego hemos seguido viendo la serie. Estamos a punto de acabarla.

—¿Qué opinión tienes de las investigaciones? —pregunta, misteriosa.

—Me gustan, ¿por qué?

—Carlos y yo estuvimos investigando ayer a Enzo, ¿quieres saber lo que encontramos?

Coge su teléfono de la mesa antes de que pueda responder y me mira alzando las cejas. Le envié el correo sobre mi cita hace unos días y todavía no ha contestado para quejarse sobre lo que puse. No se lo endulcé. No cambié nada, solamente puse lo que ocurrió. Por eso me extraña que no me haya respondido. ¿Y si es por lo que le dije en el ascensor? Da igual, al fin y al cabo, tenía razón, solo que a veces las verdades duelen. Tal vez sea por eso que no responde.

—Cuanto menos sepa de él, mejor —respondo finalmente.

—¿Estás segura? Venga, te diré una cosa —añade, buscando por su pantalla, luego me mira—. Tiene tan solo dos años más que tú.

—¿En serio? Parece mucho más mayor —digo, pensativa, y me acerco a ver qué más tiene en el teléfono.

—¿No has dicho que solo querías saber una cosa?

—Ese no es un dato importante —replico con desinterés y me vuelvo a echar hacia atrás.

—Está bien —contesta riendo y, cuando encuentra algo interesante, vuelve a hablar—. Su padre es dueño de una franquicia de coches, entre otras cosas.

—Claro, de ahí ese cochazo.

—Espera, este te lo tengo que decir —añade, cogiéndome del brazo para insistir—. Por lo visto se le ha relacionado con muchas chicas, pero no ha tenido novia.

La miro alzando las cejas, al igual que ella ha hecho antes, y luego me rio. Mi copa está casi vacía, así que cojo la botella y me sirvo un poco más.

—No es algo que me sorprenda, será el típico rompecorazones.

—¿Romperá también el tuyo?

La miro con escepticismo y doy un gran sorbo.

—No me gustan ese tipo de chicos —respondo con seguridad y saco mi teléfono del bolsillo—. Además, ya tengo una cita, ¿recuerdas al camarero de la cafetería?

—¿El del lunar?

—Sí, le encontré en la aplicación y hemos quedado mañana para cenar.

Clara da un salto de la emoción y casi tira mi copa de vino. La noticia es tan sorprendente para ella como para mí. No me esperaba que, de todos los chicos que había por la red, le encontraría a él, pero tras darle muchas vueltas, no creo que sea una mala idea. Al menos ya le conozco y sé que no resultará ser un idiota como los otros dos.

La fórmula perfecta © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora