20: El de la tarde de turismo

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Después de darme un baño de media hora, encendiendo también las burbujas, me pongo una de mis faldas favoritas de flores y una blusa blanca de tirantes

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Después de darme un baño de media hora, encendiendo también las burbujas, me pongo una de mis faldas favoritas de flores y una blusa blanca de tirantes. Esta vez llevo deportivas para no acabar con los pies destrozados.

No he dejado de dar vueltas a la oferta de Marco, ¿estaría loca si la rechazara? No quiero tener que cambiar mi vida otra vez. Me estaba empezando a acostumbrar a Madrid y mudarme de nuevo me descolocaría completamente. Además, ¿qué le iba a decir a Clara? Sus padres habían sido tan amables al sugerirme como candidata cuando buscaban empleados que siento que estaría fallándoles.

—¿Tú qué quieres? —me dice Aurora. He tenido que llamarla.

—Que se reconozcan mis esfuerzos.

—Ningún trabajo es ideal, pero tienes que pensar en cuál de los dos sitios podrías aprender más. Cuál te daría ventajas y cuál te las quitaría.

—He hecho una lista —añado sin dejar de mirar el papel que tengo justo en frente.

—¿Y qué dice?

—Creo que ya lo he decidido —digo, al cabo de un rato, mordiéndome la uña del dedo pulgar. Unos turistas entran en la cafetería haciendo mucho ruido, así que espero a que pasen para responder—: Lo voy a hacer, voy a dar el paso.

A pesar de haber aprendido bastante con Violeta, siempre me he sentido limitada y lo que ha hecho hoy ha sido la gota que ha colmado el vaso. Ha menospreciado, no solo el trabajo de mis compañeros, sino todo mi ejercicio de investigación, al punto de dejarme en ridículo cuando he ido a empezar y me ha hecho sentarme.

—Marco me ofrece la oportunidad de liderar los proyectos, de elegir lo que quiero hacer, de crear de verdad.

—Entonces llámale ya.

Cuelgo al instante y marco el número de la tarjeta que me ha dado. Pasamos hablando unos diez minutos y le explico lo que soy capaz de hacer y lo que me gustaría aspirar a ser en un futuro. Cuando acabo de hablar con él, me siento mucho más relajada porque sé que, a pesar de todo, ha sido la elección correcta.

Una vez en la calle, estoy dispuesta a ver todo lo posible en el poco tiempo que tengo. Con las recomendaciones de la chica de recepción, empiezo mi camino viendo de nuevo el Coliseo. Hace tanto calor que tengo que comprarme varias botellas de agua porque parece que me voy a deshidratar. Hay muchísima gente, sobre todo en los puntos más turísticos marcados en el mapa.

Tras callejear un poco y preguntar a una señora, llego a la Fontana di Trevi. Está llenísima de gente, pero es preciosa. Me imaginaba que estaría en medio de una amplia plaza, por lo que, nada más verla, me ha sorprendido encontrarme con tanta belleza encerrada en un sitio tan pequeño. Me acerco como puedo, para admirarla desde más cerca, pero solo consigo llegar a una esquina, cerca de la grada que hay para sentarse. Al final, desisto y me marcho sin tirar la moneda como me dijo Melissa.

La fórmula perfecta © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora