Tu memoria en mi piel

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La mirada de Juliana viajó de nuevo hacia los labios de Valentina... los pensamientos donde se debatía entre besarla y no besarla quedaron en el olvido cuando vio la mirada vidriosa de Valentina, los labios entreabiertos, cerró la brecha que la separaba de la boca de Valentina, uniendo sus labios con los de ella. 

Besarla de nuevo era como ver el arcoíris después de una gran tormenta.

Tal vez mañana podría culpar al alcohol, o tal vez en unos segundos sería rechazada. 

Pero no fue así, Valentina le correspondió el beso.

Llevó sus manos hacia la cara de Juliana, mientras ella la abrazaba por la cintura, a lo mejor habían pasado minutos, o tal vez solo segundos, no lo sabían, lo que sí sabían era que querían que fuese eterno.

Juliana se alejó por unos instantes de los labios de Valentina, quien seguía sin abrir los ojos, volvió a besarla, aumentando la intensidad del beso, mientras la castaña le correspondía con la misma intensidad.

Suspiró antes de volver a separarse, dándole besos por toda la cara, antes de bajar hacia su cuello, haciendo que Valentina suspirara. 

Besó el hombro ahora desnudo de Valentina luego de deslizar uno de los tirantes, dedicó largos segundos a esa tarea antes de separarse y besarla de nuevo. 

Valentina pasó las manos por su espalda y la apretó contra ella fuertemente.

Juliana mordió levemente su labio inferior y se separó de Valentina, justo antes de terminar de bajar el cierre de su crop top alzó la mirada y le dio una sonrisa triste, el miedo la había vencido.

-Creo... que bebí demasiado, perdón, Val.

No quería alejarse, su corazón le gritaba que se detuviera, que la siguiera besando... subió con pasos tambaleantes las escaleras, mientras Valentina se quedó sorprendida en el pasillo.

-Juls...- le llamó Valentina, apenas en un susurro, aún estaba impactada por todo lo que había sucedido.

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No entendía qué había pasado, ignoraba cuánto tiempo llevaba parada en el pasillo, quería ir tras ella, pero no sabía qué esperar, tal vez cuando llegara a la habitación Juliana ya estaría dormida, la morena solo había desaparecido, sin explicaciones, tenía tantas dudas en la mente, su principal pregunta era, ¿Por qué la morena había parado?

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Minutos después se armó de valor y subió las escaleras, supuso que Juliana se había dormido porque estaba de espaldas, después de ponerse la pijama y hacer su rutina nocturna se acostó dándole la espalda a la morena y trató de dormirse, pasó horas y horas preguntándose la razón por la que Juliana había parado, y no encontraba ninguna, ¿hasta dónde habría llegado si la morena no hubiese parado? Antes de conseguir que el sueño la venciera llegó a una conclusión....

No habría querido que Juliana parara. 

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Se despertó justo al amanecer, no había dormido ni dos horas, volteó y se dio cuenta que Juliana aún dormía, era domingo, sabía que se quedaría así hasta tarde, y la verdad es que esperaba que tuviera resaca, total, ella se había desvelado por su culpa, rodó los ojos antes de salir de la cama... ¿podía reclamarle?

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Después de alistarse rápidamente, le habló a Eva.

-Vale... déjame dormir por piedad.

-Te diría "lo siento" por despertarte, pero no lo siento, vamos a desayunar.

-Son 7:30 y dormí hace como hora y media, déjame en paz- gruñó Eva con voz ronca.